Wednesday, December 28, 2005

De compras con Antares

Mientras esperábamos nuestra función de las 18:45, Antares corrió a una sucursal de la cadena de disquerías Yazz y echó un vistazo a la batea de "ofertas". Compró por cinco pesos un homaneja de Ariel Rot a Sinatra (titulado algo así como "Perdoname, Frankie querido"), y por diez un en vivo de Eddie Harris en Montreaux. Le señalé la banda sonora de "Ay, Juancito" a cinco pesos, a lo que Antares respondió: "ya la tengo... ¡¡¡Osvaldo Montes!!!". Descartó la banda sonora de "Ciudad del sol" (de Carlos Galetini, con Jazmín Stuart, Nicolás Cabré y gran elenco), a raíz de que sospecha que puede conseguirla por menos de cinco pesos.

También llevó por diez pesos el volúmen dos de un recital en homenaje a Nelson Mandela, con la participación de Bono, Beyonce, Peter Gabriel y otros. Mientras preguntaba en caja si no tenían el uno, le llevé una edición del tres.

Si hay un volúmen cuatro, de momento nadie ha podido responderlo.

Sunday, December 25, 2005

Los mocasines blancos de Peter Sellers

Lo intenté. Quise que por una vez la navidad pareciera un hecho intrascendente más y ya, en vez de esa suerte de masacre en directo con lemmings cometiendo un suicidio en masa. La única estrategia que se me ocurrió fue volver a ver el viernes por la noche "¡Qué bello es vivir!". Hace algunos años, cuando se es lo suficientemente ingenuo para creer en algo así como un pensamiento "crítico", el descubrimiento de la screwball comedy ponía a la obra maestra de Capra en algún punto entre la ingenuidad que no merece otra cosa que nuestra lástima y la demagogia sentimental. Pero qué bien se conserva. Nunca resultó más melancólica una nevada.

Pero no funcionó. Creo. El sábado pensaba ir a una fiesta, cuando yendo a por mi billetera encuentro la tele (por alguna razón) encendida. Comenzaba "La fiesta inolvidable". O casi. Estaba en uno de los primeros tragos del mozo que termina ebrio. Claudine Longet sonreía. Algo difícil en la vida real, considerando que el 21 de marzo de 1976 asesinó a un amante esquiador olímpico en Aspen y fue enviada a prisión. Los Rolling Stones dedicaron al hecho una canción que nunca publicaron. Chica rara. Esposa de Andy Williams (sí, el mismo Andy Williams al que en Branson, Missouri, van a ver Bart, Millhouse, Nelson y Martin en el episodio en que alquilan un auto con una licencia falsa). Fue la única película importante que hizo. Tampoco tuvo suerte como cantante, pero a quién le importa, por la red es fácil conseguir sus discos y qué bien se conservan sus covers de "Let it be me" o "Both sides now".

Para cuando la codorniz salta en la tiara de la rubia falsa, y el mozo ebrio trata de sacarla a urtadillas y saca también su peluca, mientras Peter Sellers sentado en un banco muy bajo hace un moviento que arruina un pastel; era obvio que ya no contarían conmigo en la fiesta. Los escenarios desquiciadamente sixties desprendían algún tipo de mensaje subliminal o conjuro. Y cómo resistirse a la no menos desquiciadamente lounge partitura de Henri Mancini, o a los mocasines blancos de Peter Sellers. Y todavía faltaba el rollo de papel higiénico que no para de correr, la tapa del hinodor que primero rompe el piso y luego cae sobre el tambor de una batería, el elefante y la irrupción de los pseudo-beatnicks y la fiesta de la espuma a años luz de la fiesta menemista.

Película rara con final aún más raro (SPOILERS!!!). Peter Sellers no besa a la chica. No hay maldita redención à la Chaplin con el vagabundo perdiéndose en el horizonte con Paulette Godard. No. Peter Sellers la deja en su casa y le regala el sombrero que a su vez le había regalado un cowboy en la fiesta. Quedan en que va a pasar a buscarlo, pero quién sabe. Por suerte, si a alguien se le ocurrió una secuela, nunca prosperó. Y que San Nicolás, el niños Jesús y el fantasma de la Navidad nos guarde de una remake (¡bah!, no podría estar tan mal Steven Carrell repitiendo el papel de Peter Sellers).

Tuesday, December 20, 2005

Madurez

Buscando un regalo de cumpleaños para la hija de un amigo, encontré cinco números de la vieja revista de historietas de Los Pitufos, publicada por Editorial Tucumán. Cómo resistir la tentación y no hacérselas para el archivo personal...

Está el episodio ya mencionado en que los Pitufos están triste y entonces hacen una especie de celebración entre pagana y homoerótica, con canciones y rondas; hasta que Gargamel (literalmente) decide "castigarlos" enviándoles a una mujer. Crea una suerte de Golem representado por una Pitufina no muy estética en relación al canon de belleza, y bastante torpe. Y la solución al sexismo, es más sexismo. Los Pitufos hacen correr el rumor de que la Pitufina está engordando, reducen la talla de sus vestidos para que se siente obesa, y entonces Papá Pitufo devuelve el equilibrio inicial con una pócima que hace a la Pitufina menos torpe, pero no tonta, así como rubia y técnicamente apetecible.

Dos o tres cosas que sé sobre Steven Seagal

Año nuevo 2001. Fiesta en la que un ejecutivo de la Disney insultaba en voz alta a su novia productora de canal de noticias económicas por haberlo llevado a él y a sus amigos a un sitio con tantos afectados, una vecina acusando a la anfitriona de "prostituta" repitiéndole cómo había podido invitar a tantos extraños a la terraza compartida de la propiedad horizontal, flequillos à la Oasis en vísperas de la devaluación y niñatos contando anécdotas que creen interesantes acerca de sus vacaciones como mochileros por el este de Europa.

Con un par de camaradas hablábamos de Elvis. Y vino al tema "Flaming stars", el wester que protagonizó el Rey bajo la dirección de Don Siegel. Una estudiante de Letras, actual editora de una revista del grupo La Nación, afirmó que Siegel era patético... La reacción inmediata fue de indignación, es cierto que Siegel no es Torneur ni Melville, ni siquiera Sergio Leone, pero en fin, la saga de Harry Callahan cotiza y muy bien, y lo mismo su versión de "Los asesinos" con Ronald Reagan en un papel secundario. La estudiante de letras parecía no entender demasiado. Insistía con que era patético. Hasta descubrir que en su ignorancia, confundía a Don Siegel con Steven Seagal...

La madalena proustiana que disparó el recuerdo: echando un vistazo en el videoclub amigo a la sección clásicos, encontré la edición en dvd de "Above the law", mejor conocida como "Nico". Película en su momento de mucho suceso, con Seagal como un policía experto en artes marciales entrenado durante la guerra de Vietnam, con Pam "Jackie Brown" Grier y Sharon Stone. ¿Cómo habrá envejecido? No puede ser tan desastrosa una película con ese elenco. Estaba también Henry Silva, el protector de Forrest Whitaker en "Ghost dog: el camino del samurai".

Hablando al respecto con un amigo, me contó que en un viaje al norte que hizo por octubre pasado, en el micro pusieron un dvd con cinco películas en formato vcd protagonizadas por Steven Seagal. De las viejas. La que le matan a su hermano gemelo y busca venganza entre mafiosos que practican rito africanos, la que acribillan a su familia y queda en estado vegetativo hasta que despierta y va por venganza, la que es cocinero en el portaviones que toman los terroristas; creo que no dieron la que es ecologiste en Alaska, dirigida por el propio Steven, que termina con su relato en off esgrimiendo una denuncia sobre el maltrato al medioambiente, pero sí la de Kurt Russell y Halle Berry que toman un avión con John Leguizamo como el malo y Seagal muriendo a la media hora de película. De la buddy comedy en la que interpreta nuevamente a un policía, al que le ponen por compañero a un afroamericano cinéfilo que llora con "Casablanca", tampoco nada.

Incógnita: en imdb.com figura Steven Seagal como compositor de canciones en algunas bandas sonoras de sus films. Nada aparece en soulseek ni en e-mule. Otra pesadilla difícil de encontrar, junto al disco de recitados grabado por Ricardo Darín y el especial de vacaciones de "Star wars" (o lo más parecido a la encarnación del infierno, ya escribiré al respecto).

Monday, December 19, 2005

Trampas

No iba a estar el sábado 10. Así que rendí mi exámen final de italiano el viernes 9. Al llegar encontré a una compañera del año pasado, que se cambió al curso de los viernes, algo así como una ninfómana punk que no es más que una histérica punrock. De esas que se visten con musculosas con relieves y pantalones de tiro bajo que dejan al descubierto el elástico de su culotte rosado.

Intercambiamos algunos chismes sobre compañeros de curso. Le conté del no-match entre un montajista de 33 años que parece más jóven que yo, y una rubia falsa de metro cincuenta contadora por La Matanza que trabaja en la DGI. Y ella, estudiante de odontología en la Kennedy, me contó que conversando con una compañera de su nuevo curso, se enteró que el ex novio de ésta última también estudiaba odontología en la Kennedy. Nada trascendente. Salvo que en una fiesta de fin de curso, en Parque Leloir, un golfazo se acerca a hablar con la odontóloga punrock. y resulta que no es otro que el ex novio de su compañera de la Dante.

La odontóloga punrock no quiso ahondar en detalles (mis precendentes no son sinónimo de confidencialidad), pero dado que la historia surgió a partir de la mención de la palabra "amueblada", en fin, por los indicios jugaron al juego del amor. De hecho, la odontóloga punrock pidió que no contara la historia ABSOLUTAMENTE a nadie.

Cuando terminamos de rendir el oral con otro compañero de curso que tampoco podía da el sábado, otra adolescente tardía con flequillo à la Nico (aunque ni siquiera califique para hermana down de Leticia Bredice) dijo de pasar juntas a la odontóloga punrock. Y así fue. La del flequillo era la ex novia del sujeto con el que la odontóloga punk había jugado al juego del amor en Parque Leloir. Claro que no sabía nada al respecto.

Sunday, December 18, 2005

Flores rotas

Al cruzar a Eduardo Blanco durante el festival de Pinamar, pensé que sería perfecto para un de sketche de "Coffee and cigarettes" de Jim Jarmusch. Aunque luego me di cuenta de que la idea venía al caso no por el talento de Blanco (si acaso lo tuviese), sino porque en uno de los mejores sketches de "Coffee and cigarettes" participa Roberto Benigni (de quien Blanco es una especie de hermano down). Claro que en realidad no se trataba ni de Blanco ni de Begnini, sino de Jarmusch, a propósito de la programación de su último opus como "película sorpresa".

Contar el argumento no sólo no diría demasiado, sino que en sí mismo podría ser interpretado casi como un cliché. Y en este sentido, peligro, podría pensarse de antemano que "Flores rotas" no es más es otro vehículo de lucimiento para un Bill Murray tal vez demasiado "prestigioso", a años luz de "Albóndigas" y "Los locos del golf". Pero no. Es mucho, mucho más que eso. Y más...

Hay una excusa trivial para que un personaje recorra los caminos. Y que no es más que eso, una excusa. Lo que importa es la anti-iconografía que construye el encuadre, como si en America ya no hubiera nada interesante que fotografiar. No más jukebox, ni autobuses Greyhound, ni campos de maíz de Iowa ni café con pastel de manzana. Si Hopper responde a la vida soñada de Norman Rockwell con una mirada a un vacío individual que contempla a su vez un vacío colectivo (clausurando la escuela impresionista lejos de Francia y en pleno auge del fotoperiodismo); Jarmusch elude el discurso multiuso de la alienación como aliciente de la llamada "crisis de las imágenes": más bien parecería retomar aquella máxima de Vivaldi citada por Bresson (no adrede la película está dedicada a Jean Eustache), con respecto a que puede haber un nivel de polución bestial, pero sin embargo en una sola nota, en un simple acorde, el arte aparece con una fuerza demoledora y no hay polución que valga.

Friday, December 16, 2005

Dos horas y cuarto más tarde...

Qué mala que es la de Costa Gavras. El marido cornudo de "El restaurant" hace de un ingeniero desempleado que pone un aviso en el diario para un trabajo apócrifo, y hace una selección de los currículums que le envían. Entonces, sigue la lógica de asesinar a los postulantes que están a su altura y luego matar al gerente de una corporación, porque piensa que así va a convertirse en el más idóneo para subplantarlo.

Tendría que haberme quedado hablando con la reportera o invitada chilena...

De todas formas conseguí su msn. O sea, al llegar a la sala de prensa me senté en la computadora donde había estado, abrí el programa y voìla, figura su casilla para agregarla. Cosa que por otro lado nunca haré. Ahora debe estar en una de esas fiestas que hacen en un lugar llamado Deep Blue o Blue Oister o algo de Blue; pero desde hace un tiempo las fiestas me deprimen. De hecho esta ciudad en sí es deprimente. En la esquina de mi hotel hay un boulevard con un árbol de navidad gigantesco. Caminar por sus calles de tierra, en medio de su infierno burgués, ¿qué no se dieron cuenta que no van a ser más felices construyendo casas que parecen remanente del set de Alf? No si tienen de vecinos a los Okmonin. Iría a Tante por una taza de café y un pedazo de torta. Sus camareras adolescentes con aspecto de futuras universitarias ganando un extra con un summer job recuerdan a las hermanas Lisbon de "Las vírgenes suicidas". Lástima que se esté un poco demasiado grande para ser uno de los niños que las observan y que todavía creen en algo.

Indignación moral

En la habitación de al lado se aloja la hija de un reconocido distribuidor junto a su novio, ligue o lo que fuere. Menos Lolita de Nabokov y más Luisana Lopilato buscando ser aceptada en un grupo de cools de Palermo, es de esas personas que usan aros en diversas partes del rostro y exhiben los pies desnudos para que se vean las uñas pintadas con colores supuestamente exóticos. Al salir hoy al balcón, de su habitación provenía olor a marihuana. En el ipod sonaba una canción del disco de Leonard Cohen producido por Phil Spector, que dice algo así como "las paredes de este hotel son demasiado delgadas / y ayer te escuché haciendo el amor con otra persona". A tiempo real, ninguna persona medianamente inteligente podría enamorarse de la hija del distribuidor (tampoco el Algeciras es el Chelsea).

Claro que las personas hablan de sexo mucho más de lo que lo practican, y en fin, es necesario dar una imagen supuestamente deshinibida. Y considerando que la prensa acreditada en su mayoría son hombres, y que del porcentaje femenino no hay demasiado rescatable (al menos en términos estéticos), los blancos son los mismos. Una reportera mitad Isabelle Huppert y mitad Andrea del Bocca (ambas mitades equivocadas), hoy por la mañana recibía el cortejo del actor de una película española sobre una madre que se entera de que su hijo es adicto a las drogas y emprende una cruzada contra el narcotráfico. Aparentemente el actor ya había iniciado la conversación la noche pasada, dado que le preguntó por qué se había ido tan temprano de una fiesta (o sea, a las 4 am); pero ella aparentemente sólo está interesada en editores de grandes medios, y en fin, en este evento no hay demasiados editores, ni tampoco grandes medios.

También cotiza la asistente de una jefa de prensa que fue abandonada por un crítico de Clarín en el Personal Fest del año pasado, mientras tocaba Morrisey. La asistente no estaría tan mal si no quisiese dar una imagen taaaaaaaaaaan afrancesada.

Paren las rotativas. A mi lado acaba de sentarse ignoro si una reportera o una invitada con acento chileno, que silva canciones y suspira no se sabe muy bien por qué. Pero debo partir a la última de Costa Gavras (una comedia anticuada sobre la globalización, no debe estar mal).

Thursday, December 15, 2005

Lo intrascendente y lo anacrónico II

Ayer vi una película dirigida por Leonor Benedetto. Se llama "El buen destino", y si la mierda fuese poesía, la ópera prima de Leonor equivaldría a Milton o Dante. La historia es algo así como un relato coral sobre un grupo de amigos, con Federico Luppi como profesor de historia "progre" que emprende discusiones filosóficas con un ex alumno devenido policía corrupto que quiere atrapar y castigar a una pandilla de adolescentes tardíos xenófobos (encabezada por Nico Vásquez, de "¿Quién es el jefe?"), Pablo Rago como maestro pizzero que a poco de casarse engaña a su novia preñada con una bailarina de tango, Gustavo Garzón como artista que tiene una aventura con una hija de Luppi casada con un desempleado violento que comienza a cometer pequeños hurtos.

Amén de un discurso completamente reaccionario (luego de querer salvar a los chico malos, Luppi finalmente los denuncia a la Ley), las mujeres de la película cuando no son engañadas por sus esposos son ellas mismas las que emprenden el adulterio, y cuando no son histéricas parecen menos que una puta. Salvo una especie de personaje demiúrgico que entra en escenas sin mucha justificación, representando una idea de totalidad, de sabiduría (o sea, representando a Leonor). En la función estuvo María Carámbula, que interpreta en la película a una censista que para calmar ánimos escucha en su walkman un tema de los ochenta interpretado por una mala imitadora de Carly Simon (los títulos finales son esa canción, y el off de María Carámbula traduciéndola para un personaje de provincias que no sabe inglés).

Como muestra cinematográfica, el mayor mérito de Pinamar parecería ser de carácter gastronómico: las funciones de prensa de entre las 16 y las 17 horas, invitan a escapar hacia Tante y saborear su té negro aromatizado con fresas salvajes, acompañándolo con un pedazo de strudel caliente con helado, crema, chocolate y frutos del bosque. Al menos en su octavo día, lo mejor del festival sigue siendo la trucha condimentada con paprika y pimienta negra, o el ciervo salteado con panceta y vegetales, cuando no un lenguado. Lejos de la obesa crítica acreditada, que se refugia en parrillas por una suprema maryland. Alguien debería avisar sobre la amenaza de esta subcultura. Aunque si se la conoce, se la puede evitar y sacar réditos. Ahora mismo, mientras se encuentran en algún local nocturno varado en 1995, tipeo en una sala de prensa vacía, lejo de paraíso pero también del mundanal ruido.

Tuesday, December 13, 2005

Lo intrascendente y lo anacrónico

Odioso viajar. Al menos si no se cuenta con un método que funcione, a la hora de elegir qué cargar en un modesto ipod de 500 megas. La elección ineludible, tratándose de playa: "Pet sounds" de los Beach Boys, aunque no haya más opción que recordar frente a las rubias falsas que se pavonean con sus bikinis anudados al cuello, al pobre Brian Wilson ordenando que depositen toneladas de arena en el piso del estudio de grabación, para sentir el espíritu de la playa (y finalmente enloquecer y no llegar a terminar el gran-disco-para-acabar-con-todos-los-grandes-discos que había prometido).

En el lugar de los hechos, "Pet sounds" no tiene mucha relación con la playa. Es más bien la banda sonora para caminar de noche, a solas, por una avenida de Pinamar ahora vacía, que probablemente en menos de un mes se llenará de imbéciles. Sí. Pinamar. Cubriendo algo así como un festival de cine, con María Fernanda Callejón inaugurando etapa de actriz arty en película protagonizada por Cecilia Roth, Fito Páez presentando un proyecto como director que tiene título de comedia de Darío Vittori ("Dónde está mi portaligas?"), Leonor Benedetto no se sabe muy bien haciendo qué, el Chino de "Jugate conmigo" en rol de productor de una película pretenciosas en cuyas gacetillas se manciona demasiadas veces el nombre "Lynch", Valentina Bassi (para variar) consumida, el novio productor de Valentina cuarentón podrido de bermudas blancos y bronceado artificial que camina sacando pecho, y hasta un homenaje a Mirtha Legrand.

Las películas: lo que menos importa. Una adaptación de "Oliver Twist" que trabaja muy bien el sadismo y el humor del original, una revisión del caso Moro vista desde la óptica de sus raptores, y el resto algún lugar entre la intrascendencia y lo anacrónico. Mucho más interesantes están resultando los restaurants adheridos a los vouchers que entrega el festival a prensa e invitados. Sabiéndolos administrar, se puede tener a diario una comedia de sesenta pesos. Foundeau de ciervo, paella a la valenciana, añelotis de jamón y queso con salsa de mejillones. No importa demasiado la película que estén exhibiendo, si la opción es una casa de té vacía, donde sentarse a leer. Y luego caminar por Avenida Bunge escuchando Aimee Mann, o Anthonny and the Johnston. Y saber que estamos solos, y qué.

Thursday, December 08, 2005

Enredos de oficina

Estudiando con mi grupo de italiano, una rubia de metro cincuenta contadora por la Matanza que trabaja en la DGI, contó que va a terapia desde hace dos meses. El motivo: luego de abandonar una relación de cinco años a raíz de que su novio compañero del trabajo le repetía que "no es momento" (en cada oportunidad en que salía el tema de dar un paso adelante en la relación); hace un par de meses se enteró que al poco de la ruptura su ex novio no sólo empezó a salir con otra contadora de la DGI, sino que ya compraron inmueble y están conviviendo.

Me recordó a la historia de una amiga de una amiga, estudiante de adminstración de empresas en El Salvador. Tenía fecha y vestido para octubre, pero en mayo su novio le confesó que el verano pasado, durante una escapada a Mar del Plata técnicamente por negocios, había conocido a alguien con quien jugaron al juego del amor...

Al año de cancelada la boda, la novia frustrada debió ir a Flops para elegir el regalo de un cliente muy importante para la empresa de su padre. Pidió la lista. Y encontró la lista de regalos para el casamiento de su ex... con la amante ocasional a la que había conocido en Mar del Plata.

Debe doler.

Donde el humo se desintegra

Podríamos haber tenido una canción
pero era demasiado tarde
para creer que por la noche
caerá nieve en la ciudad.
Tan solo una llovizna
sobre una esquina en la que nunca nos encontramos.
Un reflejo donde el humo se desintegra.

Nunca tuvimos una canción
pero todavía se escucha la lluvia.

Wednesday, December 07, 2005

Anillos de alpaca

En el grupo había un sujeto con menos probabilidades que yo, incluso, de establecerse sentimentalmente hablando en un futuro próximo. Llamémosle Sam. Entre una cita y una película china de superacción, Sam no lo dudaba. Nunca te ibas de su casa sobrio, de hecho entre la gente que conozco era el único que te podía ofrecer Legui. Hasta que nos enteramos que estaba saliendo con alguien de su trabajo...

Nada trascendente, según él. Claro que una noche en que un amigo lo llama para juntarse a por una cerveza, Sam responde que no puede sin explicar el por qué, ni dice dónde está. Pero caramba, se ha vuelto tan blando que finalmente confiesa que no puede porque está con su "novia" (sic), festejando el cumpleaños del padre y el hermano de ella. Algo comenzaba a oler mal.

La noche en que la presentó a los amigos, Sam se fue temprano y olvidó darme una docena de cds en los que le grabaría películas chinas de superacción. Y al par de meses, en su cumpleaños, la presencie de su chica motivó un chiste que debió haber caído mal, porque en fin, primera vez en ocho años que nos vamos sobrios de la casa de Sam. El chiste fue algo así como verla leyendo una tarjeta y decirle en voz alta, delante de todos: "¿¡Qué ya tienen participaciones y no me enviaron una!?".

El sábado pasado, camino al Personal Fest con un productor de TV calvo, una rubia de senos desproporcionales muy pero muy graciosa y una amiga con tanta clase que conformamos una especie de pareja despareja de telepolicías; llamó un amigo desde el recital de Dream Theatre. Para contar que la noche anterior había telefoneado a Sam para ir juntos al show, a lo que Sam responde que por la mañana debe ir al Hospital Alemán. "Perfecto", dice mi amigo, "en vez de volver a Hurlinghan venís a casa y te quedás hasta el recital...". Negativo. Sam ya había quedado en volver a la suburbia, para encontrarse un par de horas con su chica (a la que ve todos los días, dado que vive a tres calles de su casa), y luego ir sobre la hora a Dream Theatre.

También me contó mi amigo un detalle que había olvidado. La última vez que había visto a Sam y a su novia, en el casamiento de un amigo del secundario, ambos llevaban anillos enlazados que parecen de plata, pero que en realidad son de alpaca.

Y yo que iba a llamarlo por la noche para contarle que había conseguido "Sympathy for Mr Vengance", de Park Chang-Wook...

Lágrimas en la lluvia

Estuve ahí. Presenciando los últimos resplandores de un ocaso.

El Iguazú convertido en templo evangelista; el Alfa en un bingo; el Select Lavalle en sucursal de una cadena de farmacias; el Luxor en galería comercial; el Concorde, el Alfil y el Capitol en Musimundos; el Ambassador en Todox2pesos; el Santa Fé en tienda de ropa que nadie quiere en España, pero que acá tiene locales en Galerías Pacífico y Unicenter; el Libertador en estacionamiento; el Arizona primero en Cineplex y luego en pizzería; el Trocadero en alquiler; el Cinema Uno en un local tapiado; el Ideal en complejo condicionado; el Paramount en local de videojuegos virtuales; el Grand Splendid en librería con música funcional para docentes jubiladas viudas de militares.

Todos esos recuerdos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

La música más triste del mundo

Desde la tercera planta del nuevo multicine que hoy abre sus puertas al público, se ve la fachada del mucho más modesto Cineduplex: una sala de barrio que sobrevive mediante el descuento a jubilados y alquilando una fracción de su predio a la sucursal de una de esas cadenas de librerías donde la pequeña burguesía del cemento compra en cuotas sin interés el último de Galeano o Pigna.

El Cineduplex fue la sala donde más reí, y no porque haya visto muchas comedias sino porque fuimos con Katz a "Recursos humanos", y durante toda la función no paramos de intercambiar paralelismos con un episodio de Los Simpson en que Burns quita a sus empleados el Plan Dental y Homero encabeza una huelga ("¡¡¿Dónde está mi hamburguesa?!! ¡¡¡¿Dónde está mi hamburguesa?!!! ¡¡¡¡¿Dónde está mi hamburguesa?!!!!"); fue donde confirmé que la peor de las no-citas siempre será mucho más disfrutable que la mejor de las citas, considerando que en vez de hablar con tu potencial ligue de cosas tan aburridas como tus proyectos y qué te gustaría de la vida, en los minutos previos a "María llena eres de gracia" pueden reconstruir diversos indicios en torno a los espectadores, definir quiénes son primera cita, quiénes llevan cinco años y medio con dos lapsos de separación que duraron tres y cinco meses respectivamente.

Catorce millones de dólares de inversión. Tres subsuelos de estacionamiento. Dos personas controlando desde las computadoras en red las proyecciones de nueve salas. Marcas. Freddo, C&A, Yazz, Big Pizza, Prune, La Briocche Doré, Burger King, Las Brasitas, 47th Street; al referirse a uno de los inversionistas llamado Jaime, uno de los gerentes dijo "porque como hablábamos ayer con Yimi..."

Todo cerró.

Sunday, December 04, 2005

Personal Fest 05

En un día como el de ayer, considerar la opción de asistir a un festival de bandas organizado en un dique del puerto, era lo más parecido a proyectuar un futuro inmediato bajo la lluvia y el viento, mientras se pisa una superficie que no se sabe muy bien si es barro o mierda. Nada de eso sucedió. Pero sí otra serie de eventos desafortunados que llevaban una y otra y otra vez a la misma pregunta: ¿por qué no me quedé en casa leyendo las memorias de Bob Dylan?

De antemano, el punto de partida no era muy feliz: lo más interesante del programa que se desarrolló en dos días (Chick Corea y Thievery Corporation -que tampoco son Bud Powell ni Left Banke) había estado ya el viernes, por lo cual quedaba Erykah Badu (una suerte de hermana mogólica de Alice Coltrane -a su vez, Macy Gray, que también tocó el viernes, sería la hermana mogólica tercera generación de Erikah) y luego hacer un recorrido por los escenarios hasta decidirse por el mal menor.

Erykah Badu empezó dos horas después de lo anunciado. La cercanía con uno de los escenarios consiguió que a lo largo del show varias de sus canciones se acoplaran con temas de La Portuaria... No era un show para estadio, y la verdad es que el carisma que no terminaba de definirse entre megalómano y populista fracasado, llevó a que a lo largo del espectáculo se escucharon comentarios de muy diverso tipo, desde "creí que acá había un recital" hasta "el presidente gana 5000 pesos". Un par de chicas con aspecto de pareja de lesbianas que llevan juntas nueve meses trataban de "encender" el show bailando, cuando en fin, lo discos de Erykah Badu son más cortina de fondo para una cena entre intelectuales jactanciosos que furia festiva. Antes de que empezara, recordábamos con un sujeto que el año pasado, para el mismo festival, estuvo Nancy Wilson. La última "sofisticated lady" luego de la reciente muerte de Shirley Horn. Como que a las jazzistas les falta chupar pijas.

El retraso del show de Badu hizo imposible la asistencia al de Luis Salinas. De todas maneras, todos los espectáculos habían empezado con demora, con lo cual los programas y line up se habían convertido en obsoletos. Conclusión, mientras los amigos con vips se refugiaban del desastre en carpas con sushi húmedo y gentes de anteojos oscuros, los que realmente habían ido por algo así como la música debieron moverse sin saber muy bien hacia dónde iban, y de paso cruzar personas que no esperabas encontrar y recordar que la pequeña burguesía universitaria se conoce toda. Ejemplo: camino a Bajofondo Tango Club, que terminó siendo The Budda Sounds, escucho a alguien que pronuncia mi nombre: una amiga que técnicamente pasó al lado oscuro de aquellos que quieren mi cabeza. Aunque fue muy amable al saludar, y la charla en sí, aunque breve, no dejó entrever fricciones, al principio hubo un silencio. Supongo que a raíz de que uno esperaba que el otro dijera, a manera de reencuentro, "I see dead people...". Pero la camaradería reprimió el comentario: Nota: ¿por qué los mejores chiste son siempre los que se reprimen?

Mientras tanto, Budda Sounds intercalaba canciones medianamente decentes con entreactos de pretenciones orientalistas, puesta en escena con vestidos hindú incluido. Para peor, esta vez el acople era con Aterciopelados y sus arreglos pro-latinoamericanos que demuestran la ignorancia de un militante cuya discoteca cuenta con tres cassettes piratas de Manu Chao, Victor Heredia y murga uruguaya. En cuanto a The Crystal Method, definitivamente no son Thievery Corporations, ni Frou Frou, ni The Shins, y aunque tenía puntos de interés el set terminó convirtiéndose en algo repetitivo. Que un dj ponga piloto automático a sus bandejas y se vaya a un costado a fumar un ciagrrillo o a hacer morisquetas para ganar el aprecio del público, es lo más parecido a aquel recital de River en que pasada la hora y media Clapton echó un vistazo a su reloj para ver si faltaba mucho.

Entretanto, al responder el pedido de alguien que llamó para encontrarnos, pero no nos encontramos, mientras esperaba presencié unos minutos de Babasónicos. Y pensé en cuánta razón tenía el "American psycho" Patrick Bateman al explicar a sus ligues supermodelos newyorkinas por qué no le gusta la música en vivo. Aunque si fuera por Babasónicos, más que la música en vivo habría que odiar la música en sí.

Inexorablemente el panorama aceleraba el proceso en que el carruaje de convierte en calabaza. Al anunciar mi retirada, alguien me preguntó si no me quedaba para Duran Duran (anunciado a las 23:45 del sábado, y siendo más de las 02:00 del domingo todavía sin haber empezado). Nope. Mínimo para redimir la noche necesitaba encontrar abierto algún Musimundo en el que comprar el doble DVD con el documental de Scorsesse sobre Dylan, "No direction home".

Thursday, December 01, 2005

Botas en una de botas

Ver "En sus zapatos" es lo más parecido a tener cita con una Botas y escuchar sus pareceres sobre el sentido de la existencia: puede ser tan superficial, adicta a los lugares comunes, por momentos incluso patética, pagada de sí misma y vanidosa, pero sin embargo, qué buena que puede estar (desde "Kill Bill vol.1" que no se veían tan buenos planos de pies femeninos).

A tal punto es una película Botas, que nadie estaría dispuesto a "casarse" con ella (mientras se trate de charla de sobremesa, sobran las grandes aspiraciones), pero sin embargo el tiempo pasa y el recuerdo cede lugar a la sensiblería y después de todo las cosas no estaban tan mal. Al contrario, estaban más que bien. Qué mierda hago un domingo a la tarde en una de Tarkovsky. ¿Por qué estoy fumando mi cigarrillo en la cama mientras me hablan de Lacan o de Cesar Aira? Lo explica otra botas (Julia Roberts) en otra película botas ("La boda de mi mejor amigo"): "no todos quieren creme boulè, algunos nos conformamos con gelatina..."

Lástima que por momentos haya que despertar a la realidad: en un momento de la película en que se muestra una escena de "Sex and the city", la botas de una pareja con sonrisa de compromiso sentada a mi lado dice extasiada "¡¡¡ES CHARLOTTE!!!". Y a la salida, un trío con aspecto de estudiantes de administración de empresas de universidad privada se quejaba a raíz de que la película era "demasiado larga". ¿Qué la quejas prototípica de una Botas no era cuando las citas son cortas? (él la lleva a tomar un helado en Persico, la deja en su casa y no intenta besarla porque cree que esta vez es "la de verdad" y no quiere arruinarla en la segunda cita; ella llama a una media docena de sus amigas, analizan detalle por detalle el encuentro y se queja a raíz de que él no intentó besarla, cuando se sabe que de haber sucedido se hubiera encontrado con un rechazo).

Tal vez como las Botas, el tiempo no le siente bien a "En sus zapatos". Y no habrá colágeno ni lencería provocativa que las haga de resurrección. Tal vez se convierta en una de esas películas de sábado a la medianoche en The film zone, mientras los padres de familia hacen zapping buscando si no una porno, al menos algo que les recuerde que las mujeres tienen senos para que los hombres se entretengan mirando algo mientras las escuchan (risas).