El secreto mejor guardado de Italia
Haciendo zapping por octubre o noviembre del año pasado, sintonicé Rockpolitik: programa de variedades conducido por el actor, cantante, showman y mito viviente, Adriano Celentano. Una mujer hacía un show de stand up comedy. Si existiera un detector de sarcasmos, pues éste habría estallado durante la emisión. La mujer hablaba de Berlusconi, pero también de “Porta a porta”, un programa político que se puede ver por RAI Internacional, en el que un periodista del stablishment llamado Bruno Vespa, lleva figuras a las que brinda toda su obsecuencia y la de su panel de doctores y licenciados que se muestran a favor de la educación y en contra del hambre y la guerra.
Hablando con un usuario de mi programa de archivos compartidos, me enteré que la tal mujer se llamaba Sabina Guzzanti, y que pertenece a una camada de humoristas de algún modo discípulos de Darío Fo (Beppe Grillo, Neri Marcoré, Corrado Buzzanti, Daniele Lutazzi). Que a diferencia de nuestro cómicos, que primero se muestran tan listos y luego demuestran que tienen tan poco por decir…, se consideran a sí mismos “bufones”, cuando encarnan la única oposición real a la gestión Berlusconi. De hecho, haciendo una investigación por la red, también me enteré que Guzzanti acababa de estrenar un documental titulado “Viva Zapatero!”. Que dada la estrecha difusión que tuvo en Italia a raíz de diversos boicots, era distribuido gratuitamente por la red.
Y buenas noticias: a pesar de repetirse los comentarios que se refieren a Guzzanti y su documental como “la Michael Moore italiana”; nada más lejos de la mentira, la megalomanía y el sentido común obsoleto del realizador de “Roger and me”.
Por empezar, a diferencia de Mickey, Guzzanti no aborda cuestiones que adolecen de gigantismo al ser resueltas con una ironía rudimentaria, como la decadencia de la industria automotriz en Michigan, el uso de armas entre civiles o la política internacional que encabeza George Walter Bush. “Viva Zapatero!” es más bien un diario íntimo en el que se reconstruye una experiencia en particular: la de la propia Guzzanti, al ser convocada por la única subsidiaria de la RAI cuyo directivo no responde al Presidente del Consiglio. El resultado, un programa satírico titulado Raiot. Que luego de su primera emisión, es sacado del aire por vulgar, y por falta de respeto a la investidura presidencial. Lo cual da inicio no tanto a un debate sobre la radiodifusión pública como a un diálogo en torno a los sentidos de la sátira y el humor.
En este sentido, el título es una alusión a una izquierda y centroizquierda malhumoradas, tan plagadas de buenas intenciones como de hipocresía y falta de pragmatismo a la hora de oponerse a un Poder que no tiene nada de virtual.
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