Saturday, December 16, 2006

El amor a los veinte

"Es más jodido tener que rechazar a alguien", dijo mi colega. Acabábamos de ver una película de cortos, en la que sobresalía el de Alexandre Payne, sobre una mujer cartero de Denver que viaja a París, y narra en off su vida miserable, en un francés de gringo, peor que el inglés de Roberto Benigni.

Era la una de la madrugada, y ninguno de los dos había cenado. Teniendo en cuenta que este pueblo al que llaman ciudad no es precisamente una megalópolis (y que al menos por estos días, la mayoría de los lugares cierran su cocina antes de la medianoche), fuimos por una pizza a una suerte de discoteca que se pretende ochentosa pero se consolida como un resabio del año de la reelección.

Mi colega pidió una cerveza. Luego otra. Al rato, entonces, contó la historia de un colega que dijo haberse enamorado de ella, incluso a pesar de conocerla en un solo contexto: comiendo medialunas del día anterior en una privada matutina. La data es muy buena. Pero la autocensura más fuerte, Buenos Aires parece Venado Tuerto, y el ámbito de gente dedicada a este ámbito del espectáculo microscópica. Sin embargo, el punto es otro. La humillación del colega no correspondido, sí, pero también su propia locura, que no permite tomar muy en serio sus sentimientos, al punto de que su declaración hoy sobrevive como un comentario de sobremesa.

2 Comments:

At 9:34 AM, Anonymous Anonymous said...

Mundo de la crueldad?

 
At 2:02 PM, Anonymous Anonymous said...

creo que a la larga, todas esas situaciones se convierten en comentarios de sobremesa.

sobre todo si es un acercamiento y un rechazo, y nada mas grave que eso.

igual para mi es un comentario de sobremesa lo mas cruel y choto del mundo: "mira flaco, mi ex me dejo por un petisa hace 6 meses y sigo llorando".

que se yo... todo se transforma en boludez en algun momento. y eso esta reee bueno.

bah, digo..

 

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