Dios te bendiga, Dardo Ferrari
Nunca entendí muy bien por qué todos aquellos que se indignaron al saber que Ted Turner relanzaría film clásicos digitalmente coloreados, no repitieron sentimientos ante la colección de DVDs que ofrece AVH en puestos de diarios: ediciones a mitad de precio de lo que valen en Musimundo o Blockbuster, en las que se disimula que el encuadre original ha sido manipulado para ocupar la totalidad de la pantalla, y que no cuenta con ningún extra, amén del perfecto timo de "venir de regalo". O sea, no se compra el DVD, sino un pedorro fascículo mal impreso, que no paga IVA. Nada sorprendente. Así como Ted Turner maneja sus negocios fraudulentos desde el sur republicano, Dardo Ferrari (ceo de AVH) lo hace desde el San Luis justicialista.
Tipo raro, Dardo Ferrari. También al igual que Turner, nunca desaprovechó oportunidad para exponerse (sin demasiado suceso) en la vida pública. Mediante un programa de cine que daba el canal estatal a mediados de los noventa, llamado Contacto visual. Aunque revolviendo un poco en la memoria, en tiempos pretéritos Dardo ya había tenido su cameo en la novela de Juan Alberto Badía (con prólogo de Alan Pauls), El día en que John Lennon visitó la Argentina (Sudamericana, Buenos Aires, 1990).
Aunque tal vez más afín que a la figura de Turner, Dardo lo sea a la de Rafael de Martino. Empresario de seguros médicos que protagonizaba junto a su esposa las propagandas de Medicorp (en este sentido, no deja de ser perturbador el alquilar un video editado por AVH, y encontrarlo a Rafael de Martino enumerando las ventajas e infraestructuras de su prepaga), amén de showman y conductor de los programas Sociedad en formación y de un megazine para amas de casa en el que participaba el barman Manolete (habitué de la historieta Locuras de Isidoro, del misántropo y desaparecido de la vida pública Dante Quinterno), que entre sus mayores logros profesionales se jactaba de haber sevido al generalísimo Franco.
Lo último que supe de Dardo Ferrari es que había ido al club en el que trabaja un amigo bañero. Cuya novia se llama Mónica Bartolomé, sí, sí, como la mujer sin rostro cuyo nombre aparecía en los créditos del subtitulado.
2 Comments:
el barman manolete....el que gustoso te servia en un sorbete, solo a hombres en bonete y de propina....
ah, o pensaban que iba a decir que es lo que iba a ocurrir despues?
no.
adios
ex miau
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