A propósito del cumpleaños de Sandro
Sandro es bueno. O mejor dicho, fue bueno. A diferencia de Elvis, que en su pesadilla final de somníferos, armas de fuego, paranoias y comportamientos obsesivos-compulsivos, mostró tal vez la senectud más subvalorada en la historia del rock; no queda mucho a Sandro. Muy poco, de hecho. Algunos vestigios de carisma e ingeniosas salidas del paso. Y mucha, muchísima inteligencia. Podríamos decir, en el buen sentido, que Sandro siempre fue mucho más inteligente que talentoso. Y no en saber promocionarse, sino en acudir a personas que saben cómo hacer un disco.
Ahí están sus seis o siete primeros LPs, orquestados por Jorge López Ruiz. Suerte de versión porteño-sixties del Nelson Riddle más beat, del que quedan muy pocos registros, salvo algún que otro vinilo en su momento editado por el desaparecido sello Trova (como Jorge López Ruiz interpreta a JLR). Y varias bandas sonoras no menos increíbles, que se pueden apreciar en mono gracias al "milagro" de la televisión, de películas tan raras como Racconto, Pajarito Gómez, La herencia o En una jaula no hay secretos.
Sandro es bueno, que se entienda. Pero también por esos tiempos se estaban haciendo cosas increíbles en el campo de la música local, en su mayor parte caídas en el olvido por ese efecto parricida llamado Piazzolla. Caso Alain Debray, nom de guerre de su guitarrista Horacio Malvicino (de quien todavía se consiguen vinilos a buen precio), o mismo del hermano de Jorge López Ruiz, y también guitarrista de Astor, Oscar López Ruiz: autor, hace ya algunos años, de unas memoirs editadas por la también desaparecida La Urraca, hoy dedicado a los negocios inmobiliarios y a tocar en cruceros junto a su esposa, Donna Carroll. Cantante injustamente olvidada, alguna vez telonera de Johnny Mathis, de la que tampoco quedan muchos registros, salvo el muy difícil de conseguir Sol de medianoche (también de Trova), un disco de standards como Misty o Moon river, con arreglos de Jorge López Ruiz.
1 Comments:
Es bueno recordar a todos los que laburaron para que los discos de Sandro suenen tan bien. Igual ya cansa un poco la reivindicación "progre" de Sandro. No hay dudas de que él es nuestro Elvis, pero a diferencia de éste, su decadencia goza de buena salud.
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