Tuesday, May 01, 2007

Homenaje a Dorothy Parker

De Bolsillo (la editorial/colección más interesante que se puede encontrar en las librerías de esta horrible ciudad) acaba de sacar una bonita compilación de los cuentos completos de santa Dorothy Parker. Y cómo no pensar en los cien billetes gastados hace algunos años en su versión de tapa dura y solapa y señalador troquelado, cuando este aún más horrible país no terminaba de hundirse. Pero en fin, el trauma ya fue superado unos meses atrás, cuando la editorial también nos recordó el gasto en vano por una edición a precio rescate hija del millonario del Deep in a dream de James Gavin (ahora a disposición del amable lector por muchísimo menos, junto a títulos de Palahniuk y Forster Wallace y otros autores del sello Mondadori -esperemos que llegue pronto el turno de Michael Chabon y de Jonathan Lethem).

Probablemente Cecilia Sosa publicará una reseña en Radar, si no imprimen en ese mismo suplemento (o en cualquier otro no menos patético) algún fragmento del horrible prólogo escrito para la ocasión por la dibujante Maitena. No olvidemos que, al menos por estas latitudes, Dotty encuentra a su principal promotora en Inés Gallo de Urioste. Gente muy fea, que exhibe mucho más de lo que nos interesa saber (cuando si algo caracterizaba a la autora era su absoluta sutileza, y si no leer El señor Durant, un alegato contra el aborto que debe haber envidiado el mismísimo Phil Dick, en el que en ningún momento se menciona esta práctica).

Gente a la que Dotty no hubiera permitido acercarse a su mesa del Algoquin.

Y a quién le importa. Lo cierto es que ahí están, casi cincuenta cuentos cuando no perfectos, lo suficientemente amargos y ácidos como el buen bourbon, acerca de mujeres desdichadas y hombres que planean fugas que nunca llevarán a cabo y resacas que se pretende curar con otro trago más. Los escritores de las mejores sitcoms le deben mucho a Dotty. A sus remates, al recurso de una última palabra fulminante cuando parece que ya se dijo todo. Lo comentaba María Moreno en el prólogo de una de antología de reportajes publicados en The Paris Review.

Mi texto favorito no es un cuento, sino un ensayo, publicado en esta antología que ahora tiene su edición de bolsillo. Hombres con los que no me he casado. Una de esas listas que le salen tan bien a Nick Hornby, y que tienen la extraña cualidad de llevar al lector o lectora a trazar un paralelismo con su propia vida. Betty era la chica más inteligente del secundario. Privilegiaba las lecturas que ella misma elegía ante los textos que se evaluaban en los exámentes. Siempre llevaba preservativos y le gustaban las películas europeas. Fue la primera persona que conocí en irse a vivir sola. Había tenido su primera convivencia a los ocho años, con su mejor amiga, que era la hija de los mejores amigos de sus padres macrobióticos o hippies. En algún lado conservo el dibujo del árbol genealógico de su mejor amiga, que me hizo en la mesa de un bar. Un día dejamos de vernos. Bifurcaciones. Rutas que se abren en direcciones distintas. Y cuando llamé al celular que me había pasado su padre el verano anterior, atendió y saludó y se mostró en una situación embarazosa y contó que el día anterior había nacido su hija Keira o Kaira o Kira (el ruido de fondo eran familiares de visita). Le escribí un par de mails para que supiera que no se trataba de encontrarme con ella en un plano amatorio, pero nunca respondió. O respondió uno con parquedad y otro no. No recuerdo.

La basquetbolista no era demasiado apuesta. Tampoco inteligente. Era un poco filistea. No leía libros ni veía películas ni escuchaba discos. O sí. Pero cosas poco sofisticadas. Siempre intentaba pasar por madura. De hecho lo era. Lo suficiente como para esforzarse y aburrir y dejarla por Viedma y con el tiempo pensar en esa mala imitación de La strada con Sean Penn repitiendo "I made a mistake". Muy de vez en cuando nos cruzamos con la basquetbolista. A veces surge el tema y lamentamos lo que no pudo haber sido. Ella está iniciando su segunda convivencia.

Los senos de Viedma parecían una pista de aterrizaje. Pero entendía el sarcasmo. Tenía lindos ojos. Y cambiaba de carácter y humor con mucha más frecuencia de lo que cambiaba las medias que llevaba puestas (algo que no hacía a diario). En una webmail desactivada quedó la extensa carta en la que advertía su ciclotimia . Se fue tras un ayudante de la facultad de Letras. Un ex. Maia Bendersky le aconsejó que no lo hiciera. De hecho, él la rechazó. Una tarde en que pasé a buscar mis CDs, me contó que su padrastro había decidido cortarle el crédito. Sólo encontró trabajo en el centro de estudiantes de su facultad. Al poco tiempo integraba una lista de delegados o lo que fuere. Parece que subió de peso y que no cambió su guardarropas.

Edna era cachonda y graciosa e inteligente (aunque se esforzaba por pasar por tonta). La mujer perfecta. A excepción de que había sido la chica de un amigo, y de un compañero del secundario (o el mundo es demasiado chico o ella era demasiado fácil). Una historia oscura. Llegó a contarme que había salido con el hermano de un locutor, y que éste cayó una tarde de visita por su casa, y le dijo que acababa de hacerse una paja en el taxi y que ya tenía puesto el preservativo. Hasta no hace mucho vivía en la misma ciudad que La hija del escritor. No muy apuesta, lo cual no era un problema comparado a su indolencia y a su parquedad. A ella obsequié una antología de Dotty. Y error. Quería flores y vestidos y chocolates. No libros. Errores de juventud.

La Foca fue lo más parecido al ministro Remes Lenicoff: un cambio de perfil esperanzador sólo para negar el presente desastre. Era fea. Y resentida con cualquier que llevara encima diez pesos más que ella (o sea, el 90% de la humanidad incluido a los Filipinos empleados en un taller de Nike). Habló mal de gente amiga. Y luego de devolverme un libro de Amis que había leído creyendo que así me caería mejor, volvió con su primer y único novio, hijo de la mejor amiga de su madre. Iban a casarse. Hasta que el sujeto le dijo "cuando no estás conmigo, no te extraño". Ella volvió a casa y escribió un cuento al respecto. Cuando cortamos, me había dicho "sólo me queda la literatura". Y parece que estaba en lo cierto.

Andy se parecía a Jennifer Conelly y le gustaban las comedias de Hollywood. Dijo que en la primera cita la convenció mi sistema de las vacantes de amigos: los amigos demandan tiempo, son tan indispensables como molestos, por ende, con el fin de no pervertir la camaradería, la amistad se maneja como una academia, con serie limitada de miembros y la baja de uno para poder admitir a otro. Era el romance del año. asta que ella desapareció. Una amiga en común quiso contarme una versión de lo sucedido. Pero si querían arruinar mi vida, habían llegado demasiado tarde. Todavía estoy persiguiendo a Amy. O a Andy. Todos perseguimos a Amy.

Hubo otras. Recuerdos desastrosos y recuerdos más gratos. Y ahí sigue esa biblia que es la Narrativa completa de Dotty. No nos hará felices. Siquiera nos consolará. Pero nunca fue su intención. Sólo vivir al día y compartir el dolor. En lo posible, con alguna sonrisa ocasional.

Levanto por tí mi botella de bourbon, Dotty P.

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11 Comments:

At 4:16 AM, Blogger Barna said...

Como poesia de catalogo, sus mujeres abandonadas rankean muy por encima del listado de naves aqueas. Enhorabuena.

(Este año de helenos va a partirme la cabeza en dos...)

 
At 6:44 AM, Anonymous Anonymous said...

después de tanto, tanto tiempo... como dice el tango, paso nuevamente por aquí.
me alegro de hacerlo, porque este post está realmente bueno.
tanto como el libro que recomendás, y del que huí cuando vi el nombre de Maitena por ahí.
pero voy a seguir tu sugerencia, y pese a que también lo mencione la protegida de los hermanitos Llach (se habrá tirado a alguno de ellos? no creo, el economista debe ser un aparatito engreído que no se molesta en coger, el bate, bueno, el bate es demasiado etéreo...), lo compraré.
hasta la próxima.
saludos

 
At 8:30 AM, Anonymous Anonymous said...

bueh, parece que ahora está de moda hacer un racconto de las chicas con las que estuvieron para hacerlas un poco mierda. sino chequeen también al Sr. Pailos en Mate tuerto. Si yo tuviera que hacer un racconto de los tipos con los que estuve y las historias que viví...no me hagan hablar caballeros!

 
At 2:23 PM, Anonymous Anonymous said...

clap clap clap

 
At 8:29 AM, Blogger Ivana said...

Una verdadera lástima, MdC. Mientras ese racconto no le impida volver a darle una oportunidad al sexo opuesto...

 
At 2:45 PM, Anonymous Anonymous said...

Un encanto Dorothy, a pesar de que las chicas de nazisidro se sientan identificadas con ellas (eso quisieran...) sabemos que era una dama con eso que no puede comprarse: estilo y calle.

 
At 7:56 PM, Blogger Mundo del Cinismo said...

Sólo puedo decir que considerando lo poco que he actualizado últimamente el blog, encontrar todos estos comments al día siguiente de subir el post es de suma gratitud. Y no bon fille, nunca se deja de dar chances, como diría Barna, todavía busco a mi bebedora de whisky (ah, Marcelo, Lola Copacabana, de hecho ES la novia de Lucas Llach -y supongo que somos patrocinadores de tal romance, gracias al dinero de nuestros impuestos que engrosó las arcas de papi Ll).

 
At 4:53 PM, Anonymous Anonymous said...

Como que Copacabana es la novia de Llach jr???, no era el marido de la minita boluda esa que calienta escritores por ciudad abierta???---por favor que alguien me aclare un poco el escenario rialístico...

abrazo y gracias,

s.

 
At 7:28 PM, Anonymous Anonymous said...

gracias MdC, ahora me cierra esa defensa de Lolita por parte de Luquitas...

 
At 10:08 PM, Blogger Mundo del Cinismo said...

Llach, Santiago, es el ex marido de Marina Mariasch (tuvieron dos hijos), que tiene su programa en Ciudad Abierta. Llach, Lucas, el novio de Lola Copacabana (aka Inés Gallo de Urioste).

 
At 10:19 AM, Anonymous Anonymous said...

Upa...pobre Mamá Llach...que lindo debe ser un almuerzo dominical de esa familia.

 

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