Crónica de una fiesta en la que nunca estuve
Primero mi amiga, la agente de prensa, me reenvió el volante con un sardónico "podríamos ir, ¿no? (risas)". Luego, una amiga de otros tiempos, ahora en el grupo de quienes reclaman mi cabeza, evidentemente confundió su libreta de direcciones, dado que incluyó mi remitente en un mail grupal, con la misma invitación. Al día siguiente del evento en el que nunca estuve, en una reunión con mis amigos egresados de la Escuela de Payasos (a.k.a. Colegio Nacional de Buenos Aires, a.k.a. el naZional, a.k.a. "EL" Colegio), una tercera comentó que sí había estado ahí, y que Antonella Costa leyó muy mal y que había sushi gratis (más parecido al de tenedor libre estilo Grant`s que al de Dashi, Morisono, Sushi Club o el Jardín Japonés), que se conseguía a cambio de unos cuantos codazos.
La fiesta, por cierto, la organizaba el grupo Random House-Mondadori. Mi amigo el escritor costumbrista que sobrevalora todo ejercicio de estilo y desprecia cualquier gesto mundano (sobre todo viniendo de lo que considera la "imperialista" América del Norte), escribió al respecto una cobertura tan maliciosa como divertida (aunque un poco demasiado indolente).
También al día siguiente, en algún lugar vecino al Niceto que albergó la fiesta del grupo editorial, y hace unos meses al mismísimo Colin Farrell metiéndose algunas líneas de polvo mágico boliviano en un descanso del rodaje en Montevideo de División Miami; un camarero explicaba que no podía agregar más sillas a una mesa porque tapaba la puerta, y después de Cromagnon... Después de Croagnon, más bien, si esta ciudad era Tandil, and everybody come to Rick`s, ahora es Venado Tuerto: las salidas se descartan poryectuando a quién cruzarás en ese sitio.
Tragedia apenas doméstica, comparado a que el mercado editorial argentino de una fiesta. ¿Para celebrar qué? ¿El cuarto esperpento anual del imbécil de Aira? (a quien el semanario progresista del momento compara con Thomas Pynchon, a raíz de que Pynchon publica un libro cada ocho años y Aira ocho por año). ¿Que mientras Random House, en Estados Unidos, y Mondadori, en España, editan lo más reciente del imprescindible Jonathan Lethem, la sucursal Argentina saca a un Mannara que (lamentablemente) no es Milo y a un lambiscón de la señora Sarlo cuyo mayor mérito es haber sido despedido de AulaXXI (porque lo quiso así, no por nada muy transgresor -para ser transgresor, hoy día, se necesitan pudor, algo que no tiene el hombre que hace mojar a las chicas de la UBA que tan abiertamente hablan de su sexualidad en weblogs)? ¿Que Interzona intentó contratar a Lethem, pero como no les dio los costos, sí editaron a Gaby Bejerman y un par de cuentos viejos de Millhouse y Miéville disfrazados de novelas novedosas?
Hablando de literatura, en cosa de uno o dos meses se entrega el Nobel. Kurt Vonnegut Jr. lo merece por el sólo hecho de haber creado el término "tormenta de mierda", y por haber escrito que demandará a las tabacaleras, a raíz de que fumando a sus ochenta años dos paquetes de Pall-Mall al día, las amenazas publicitarias de lo insalubre no surten efecto.
5 Comments:
no me equivoqué en mi libreta de direcciones, te invité porque pensé que quizás te interesaba. claro, me equivoqué quizás. pero por suerte al escritor costumbrista le interesó, y entonces fui con él y su otro amigo, tratamos de comer un sushi flaco (yo lo hago mejor). lo mejor, a la salida fuimos por una pizza.
DE haber estado en esa fiesta en la que nunca estuvo creo que se habría percatado lo triste que es la literatura cuando queda en manos de los estrategas del márketing. Y por supuesto que la crónica es indolente e incluso maliciosa, por eso es tan divertida.
Pues qué lindo grupo humano (el que se ha formado, digo). A ver cuándo organiza cena, señor Cioso.
¿y por qué no fuiste?
Semana de cierre.
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