Los mellizos Sabadú
Nacho Cornejo era huérfano. Vivía con una tía abuela dueña de una fonda en un pueblo minero. Un día descubrieron un yacimiento en su propiedad, y como la abuela envejecía más de la cuenta, y era obvio que no iba a estar entre nosotros para encargarse de Nacho, entregó los papeles de la mina a los abogados de una actriz retirada, a cambio de que adoptara a Nacho y se hiciera cargo de su educación.
A los seis años Nacho vio por última vez a su tía y partió a la gran ciudad. Se instaló en el triplex de la actriz retirada, madre soltera de quince niñas vietnamitas a las que había adoptado en un viaje espiritual por Oriente.
Las quince hermanas le hicieron la vida imposible a Nacho Cornejo: lo vestían de mujer, lo llamaban “mariquita”, se complotaban para hacerlo responsable de mezquindades en las que él no había tenido participación.
Desde entonces, Nacho Cornejo tomó una costumbre: encerrarse en el ascensor del edificio y hablarle a las paredes. Hace poco les contó que había conocido a una chica increíble, una Sabadú que tenía un hermano mellizo.
Pero eso es otra historia.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home