Hablando de citas a ciegas
Un amigo pasa a relatar un caso que en principio no muestra demasiadas variaciones: alguien le dice que tiene que conocer a una amiga que es de lo más interesante, independiente, lista y graciosa, y que debe aprovechar la oportunidad "porque ahora no está con nadie..." (como si se tratara de una carrera contra el tiempo de las del fugitivo Jack Bauer, dado que en 24 horas en vez de atacar terroristas o estallar una bomba de nitrógeno, George Clooney le propondrá matrimonio en su villa de Lago Como, para luego celebrar boda en su casino de Las Vegas con invitados de la talla de Nicole, Brad, Angelina, Matt, Steven, Julia, Michael y Catherine).
Diplomáticamente, mi amigo responde a la oferta con un diplomático "bueno, adelante". Ignorando que de pronto quien le propuso el match se convierte en un gangster jodido que explota todos los artilugios posibles para convencer a un colega retirado de que lleve adelante un último gran delito...
Lo llama todas las semanas para preguntar por qué no llamó a su amiga. Avisa a último momento salidas improvisadas en lugares y horas difíciles de acceder, con la excusa de que finalmente se conozcan. Le da el teléfono del ligue...
Mi amigo se decanta por la siguiente estrategia. Llamar en días y horarios en que una estudiante de Letras seguramente no estará en casa: el lunes a las 19hs si hay una manifestación anti-Bush, el miércoles a las 22hs si la semana pasada estrenaron la nueva obra maestra del director de "El sopor de la aceituna", el jueves a las 20 dado que probablemente estará en el homenaje a un poeta ecuatoriano que organiza en el Centro Cultural Rojas la embajada de ese país (con la presencia de Noé Jitrik y del vicecónsul de Ecuador), el viernes a las 23 mientras toca Rosario Bléfari en San Telmo o estrena su nueva obra de teatro a la gorra este sujeto que pone mujeres desnudas nada apetecibles revolcándose en el barro (convencido de que "el arte es transgresión"). No está. Se deja un mensaje que difícilmente respondan. Él no deja número de teléfono ni de móvil, promete llamar más tarde. Y voìla.
Claro que el martes, mientras mi amigo toma una siesta vespertina, suena el teléfono... el supuesto gran partido al que debe conocer. Demasiado entusiasmada por verse, al punto que ella dispara el programa: lugar, hora, película, detalle de verse una hora antes de la proyección (sin especificar que se trata de un astuto artilugio para el caso de que si no hay atracción, cada uno pueda retirarse por su lado sin sentirse en la obligación de ir a por un café).
3 Comments:
La cita a ciegas con una chica de Letras, un pasatiempo aún más tedioso que el de regatear libros durante horas en cada puestó del Parque Rivadavia. Para colmo, tener que escuchar palabras como "coyuntura" o "desterritorializada". Cuánta nostalgia que me generó este posr.
No olvidemos "sinergia" y por sobre todas las cosas, "imaginario"
o la peor, la cruza, chica de letras y chica psicoanalizadad a la que todo la "moviliza" y tuvo "un encuentro muy fuerte"
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