Bond nunca necesitaba de genuflexiones

En fin, ya hay avances en cine de Casino Royale. La nueva de James Bond que (buenas noticias) sólo conserva el título de la fallida sátira con (todos de pie) Peter "me morí de un paro cardíaco cogiendo" Sellers. Pero (malas noticias), como era de preveer desde el anuncio del nuevo 007, la decepción es demasiado tangible. ¿Un Bond rubio? ¿Menos savoir vivre que junkie al que encontraron en una esquina y le preguntaron si no se quería hacer unos pesos? ¡¡¡¡¡Saliendo del mar con un zunga que parece exactamente la misma con la que alguna vez apareció fotografiado el ex intendente de Escobar Aldo Rico!!!!!

Aunque duela asumirlo, tal vez el paradigma Bond es sinónimo de "decadencia". Y si no recordemos aquella propaganda de Telequino con el animador televisivo Silvio Soldán emulando al agente al servicio secreto de su majestad. El cinismo y la misoginia de Bond dejaron de ser sinónimo de clase luego de que el presidente de la principal potencia del mundo depositara un cigarro entre las piernas de una becaria. Y la moda metrosexual terminó de aniquilar a Bond. Su rol despreocupado encuentra hoy en día su correlato más bien en las figuras (cómo duele, sí) de Carrie Bradshawn o Bridget Jones.

En este sentido, en los últimos tiempos, comienza a darse entre mujeres una tendencia habitualmente reservada al sexo masculino: la de creerse irresistible, y jactarse de ello en la sobremesa, a espaldas del posible objeto de sexo o amor o afecto o lo que fuere. Cuando no hay nada más alejado de la realidad. El clásico sketche de Olmedo (qué gran Bond hubiera sido) de "`tá muerta conmigo", y no.

Un caso máso menos reciente: Mamá Gansa (llamémosle) acecha en la playa a G.G. Y en cambio G.G. se va a ver una película china de superacción. Y Mamá Gansa pregunta indignada, "¿pero qué pasó, si yo estaba en bikini...?". Bueno, pasó que por esos días G.G.se estaba poniendo de novio con un bomboncito directora de arte y guionista y capaz de sostener una buena conversación. Y a Mamá Gansa, sólo le quedaban sus patiños.

Nunca dispares al patiño. Aunque se supone que, precisamente, su rol de patiño cuenta entre sus responsabilidades con recibir los pastelazos y meterse en un cañón, Carrie Bradshawn necesita de sus amigas para que le recuerden lo fabulosa que es. Bond, en cambio, nunca necesitaba de genuflexiones.