Ingratitud
Acaba de ser padre por segunda vez un sujeto al que no veo desde hace muchos años. Nunca fuimos amigos. Él último recuerdo que tengo de él es en el velorio de su madre, una rubia falsa que decidió poner fin a su vida lanzándose bajo un tren.
Supe que después de eso se puso de novio con una estudiante de contabilidad de los suburbios, y un psicoanalista de quince pesos la sesión diría que para llenar el vacío dejado por la muerte de su madre, al par de años se estaba casando.
Algunos amigos fueron a la boda. No se portaron bien. Al año y medio, poco después de que naciera el primer hijo del matrimonio; mis amigos llamaron a un sujeto del grupo para invitarlo a algún lugar. Cuando atendió la madre de este último explicó que no se encontraba en casa, “había ido al bautismo del hijo de...”
Mis amigos se enteraron que no habían sido invitados a raíz de su comportamiento en la boda, por pedido explícito de la esposa de un sujeto que no consideró compartir el bautismo de su primogénito con las personas que estuvieron junto él cuando debió dar sepultura a su madre.
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