La sagrada comunión
Tengo una amiga católica. Católica progresista, pero católica al fin. Es decir, no es de esas mojigatas con vestidos de campirana que se suelen llamar Milagros, Lourdes o Fátima (y que cuelgan de su cuello una cadena con el logo de la respectiva vírgen); sino que por el contrario, la religión suele pesarle en sus citas dado que es demasiado “progre” para los niñatos del Opus Dei, mientras que los autodenominados ateos y agnósticos le ofrecen un sermón sobre la complicidad de la Iglesia en las Cruzadas, el Holocausto, la transferencia de fondos vía el Banco Ambrosiano, etcétra.
Sólo en una oportunidad salió con un católico que no pretendía llegar virgen al matrimonio. Un sujeto ciertamente parco al que conoció en un lugar de salsa, que la llamó a la semana siguiente para invitarla al casamiento de alguien de su oficina.
Ella aceptó. El asunto parecía venir en serio: católico, buen dinero, le gustaba bailar. Detalle, sí, era un poco lento a la hora de inducir a la intimidad.
De hecho hacía un mes que se estaban viendo cuando ella decidió dar un paso adelante y luego de cenar en un restaurante armenio fueron al Hotel Golondrinas.
Llegaron. Ella fue directo a la cama, él al baño. Estuvieron media hora ahí cada uno. Cuando él salió, sin ningún juego previo llevó a cabo el coito. No se sintió más que un escupitajo al minuto de la penetración. Después, durmieron.
Él no volvió a llamarla, ella tampoco se preocupó en buscarlo.
2 Comments:
Lean, poné la trama de Benson y Pinoccio (y también la de Sergio en la disquería)
Basta de cháchara ¡El pueblo quiere más mundo del cinismo!
Amerita un Agente Secreto Flores...
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