Friday, November 18, 2005

Buenos muchachos

Por Juan B. Justo y Nazca, frente a lo que hoy es un outlet de electrodomésticos de una cadena de supermercados en cuyos uniformes las mangas llevan cosidas la bandera nacional, donde antes había una pizzería muy mítica llamada Citadella, propiedad de un inmigrante de Galicia que era mozo de otro pizzería mítica, en Ciudadela, llamada Muraroa, que compró al acumular unos catorce (creo) puntos del PRODE. Citadella cerró, pero Muraroa es la única que se mantiene en su zona, al lado del club San Marino, a la altura de Gaona en la que antes de la construcción de la autopista a Luján solía haber parrillas no menos míticas, como Tío Piola, Xoana, Gustavito o Mandunga (dicen, ésta última, de un gangster de origen irlandés llamado McDouglas, al cual la ignorancia de sus mandaderos le deformó el apellido). Cerca de un bowling que en los ochenta servía como punto de encuentro entre homosexuales, en donde hoy funciona una remisería con salida a dos calles laterales, enfrente de una VENEGAS próxima a inaugurarse, donde funcionaba una YPF que pasó a ser “bandera blanca” cuando a sus dueños, “los Pascuales”, REPSOL les quitó el uso de la marca por deudas impagas, adulteración del combustible y comercialización de suministros robados. Dos tipos jodidos los Pascuales. El mote les viene de su padre tornero, un calabrés mezquino que a los ochenta años sigue hablando en cocoliche, que tuvo cuatro hijos y una hija. Yo jugaba en la calle con uno de los hijos. Era un buen sujeto. Eligió desprenderse del camino de sus dos hermanos mayores. Amigos de un primo de mi padre, el primo Walter, que desde que tengo memoria estaba en prisión, donde murió de SIDA (recuerdo sí, el velorio de su hermana menor, muerta en un accidente junto a su amante policía retirado devenido en seguridad de un bingo, cuya esposa debió mentir en cuanto a dónde estaba su marido al fallecer, porque el hecho de haberse tomado unos minutos para escapar con su querida era aliciente de un "abandono de trabajo" que complicaría la tramitación de su pensión de viuda; recuerdo del velorio que comenzaba a percibirse un aroma pútrido a raíz de que esperaban el permiso del presidio de Olmos para que el primo Walter se despidiera de su hermana). Hace un par de años, el mayor de los Pascuales tuvo un problema con su hijo drogatas, lo echó de casa y un día que fue a buscarlo por alguna razón, el adolescente le disparó al padre y lo mató. Su tío dio la orden de buscarlo, pero a la semana la gente que protegía al chico lo encerró con un par de camionetas y dejó las cosas bien en claro.

Por Juan B. Justo y Nazca, hay una especie de garage en el que funcionan dos talleres de radiotaxis. En la puerta hay un cartel con el nombre de los propietarios: Gastón y Daniel Brusca. El cartel a su vez tiene una foto de lo que parece la familia, o mejor dicho del abuelo, el padre y el nieto. El abuelo es una mezcla de Elli Wallach y Luis Sandrini, pero no de la imagen perversa de Wallach y la tierna de Sandrini, sino de la tierna de Wallach y la perversa de Sandrini. El padre luce traje y anteojos ahumados, algo así como un gangster italoamericano de Brooklyn Heighs, que odia que el control del barrio lo tengan los judíos, pero nada puede hacer, salido de una película B. Y el hijo lleva campera de cuero y pelo engominado con jopo. Parece el más dado a dejarse llevar por la irracionalidad, ocasionando no pocos inconvenientes a la familia.

Por Juan B. Justo y Nazca, pasó un amigo en un taxi que no era de los Brusca, y al señalarle el cartel al conductor, éste le contó que, efectivamente, el abuelo Brusca era un jodido pero con honor, que trabajaba bien, tenía Siam DiTellas cuando la mayoría de los taxis eran los Mercedes desvencijados que había regalado Perón. Y aunque papá Brusca quiso limpiar la imagen cual Michael Corleone, terminó siendo aún más perverso que su predecesor, manteniendo siempre racionalidad, claro. Fracasó en su hijo, sí. Lo quiso preparar para dirigir, pero además de resultar más jodido que sus ancestros, se guía por sentimientos de furia, sin ninguna clase de honor ni de discresión.

2 Comments:

At 8:23 AM, Anonymous Anonymous said...

Dada la afirmacion hecha por Ud. seria bueno conocer los motivos en los que se basa para hacerla. Soy amigo de la familia desde hace mas de 35 años y no veo motivo alguno para decir semejantes barbaridades. Considero que si es una persona de bien, le puedo conseguir una entrevista el abuelo, padre e hijo para que se lleve Ud. mismo la imagen que realmente es. Queda por demas aclarar, que si fuera tan mala persona, quien daria la cara al publico como lo hacen ellos ? Quien trabajaria de la forma que lo hacen ellos, y darian empleo a mas de 100 personas ? Le repito, si quiere una entrevista con ellos, solo digame en que momento lo quiere hacer y le consigo la reunion. A sus ordenes

 
At 7:49 AM, Anonymous Anonymous said...

Acepto la entrevista en nombre del equipo de redacción, siempre y cuando sea el día de la boda de la hija del Don (dado que el día en que se le casa una hija, el Don no puede negar un favor). Ah, y porlas vamos a eludir toda cabina de peaje (puaaaaaa para bán pa pa pan)

 

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