Personal Fest 05
En un día como el de ayer, considerar la opción de asistir a un festival de bandas organizado en un dique del puerto, era lo más parecido a proyectuar un futuro inmediato bajo la lluvia y el viento, mientras se pisa una superficie que no se sabe muy bien si es barro o mierda. Nada de eso sucedió. Pero sí otra serie de eventos desafortunados que llevaban una y otra y otra vez a la misma pregunta: ¿por qué no me quedé en casa leyendo las memorias de Bob Dylan?
De antemano, el punto de partida no era muy feliz: lo más interesante del programa que se desarrolló en dos días (Chick Corea y Thievery Corporation -que tampoco son Bud Powell ni Left Banke) había estado ya el viernes, por lo cual quedaba Erykah Badu (una suerte de hermana mogólica de Alice Coltrane -a su vez, Macy Gray, que también tocó el viernes, sería la hermana mogólica tercera generación de Erikah) y luego hacer un recorrido por los escenarios hasta decidirse por el mal menor.
Erykah Badu empezó dos horas después de lo anunciado. La cercanía con uno de los escenarios consiguió que a lo largo del show varias de sus canciones se acoplaran con temas de La Portuaria... No era un show para estadio, y la verdad es que el carisma que no terminaba de definirse entre megalómano y populista fracasado, llevó a que a lo largo del espectáculo se escucharon comentarios de muy diverso tipo, desde "creí que acá había un recital" hasta "el presidente gana 5000 pesos". Un par de chicas con aspecto de pareja de lesbianas que llevan juntas nueve meses trataban de "encender" el show bailando, cuando en fin, lo discos de Erykah Badu son más cortina de fondo para una cena entre intelectuales jactanciosos que furia festiva. Antes de que empezara, recordábamos con un sujeto que el año pasado, para el mismo festival, estuvo Nancy Wilson. La última "sofisticated lady" luego de la reciente muerte de Shirley Horn. Como que a las jazzistas les falta chupar pijas.
El retraso del show de Badu hizo imposible la asistencia al de Luis Salinas. De todas maneras, todos los espectáculos habían empezado con demora, con lo cual los programas y line up se habían convertido en obsoletos. Conclusión, mientras los amigos con vips se refugiaban del desastre en carpas con sushi húmedo y gentes de anteojos oscuros, los que realmente habían ido por algo así como la música debieron moverse sin saber muy bien hacia dónde iban, y de paso cruzar personas que no esperabas encontrar y recordar que la pequeña burguesía universitaria se conoce toda. Ejemplo: camino a Bajofondo Tango Club, que terminó siendo The Budda Sounds, escucho a alguien que pronuncia mi nombre: una amiga que técnicamente pasó al lado oscuro de aquellos que quieren mi cabeza. Aunque fue muy amable al saludar, y la charla en sí, aunque breve, no dejó entrever fricciones, al principio hubo un silencio. Supongo que a raíz de que uno esperaba que el otro dijera, a manera de reencuentro, "I see dead people...". Pero la camaradería reprimió el comentario: Nota: ¿por qué los mejores chiste son siempre los que se reprimen?
Mientras tanto, Budda Sounds intercalaba canciones medianamente decentes con entreactos de pretenciones orientalistas, puesta en escena con vestidos hindú incluido. Para peor, esta vez el acople era con Aterciopelados y sus arreglos pro-latinoamericanos que demuestran la ignorancia de un militante cuya discoteca cuenta con tres cassettes piratas de Manu Chao, Victor Heredia y murga uruguaya. En cuanto a The Crystal Method, definitivamente no son Thievery Corporations, ni Frou Frou, ni The Shins, y aunque tenía puntos de interés el set terminó convirtiéndose en algo repetitivo. Que un dj ponga piloto automático a sus bandejas y se vaya a un costado a fumar un ciagrrillo o a hacer morisquetas para ganar el aprecio del público, es lo más parecido a aquel recital de River en que pasada la hora y media Clapton echó un vistazo a su reloj para ver si faltaba mucho.
Entretanto, al responder el pedido de alguien que llamó para encontrarnos, pero no nos encontramos, mientras esperaba presencié unos minutos de Babasónicos. Y pensé en cuánta razón tenía el "American psycho" Patrick Bateman al explicar a sus ligues supermodelos newyorkinas por qué no le gusta la música en vivo. Aunque si fuera por Babasónicos, más que la música en vivo habría que odiar la música en sí.
Inexorablemente el panorama aceleraba el proceso en que el carruaje de convierte en calabaza. Al anunciar mi retirada, alguien me preguntó si no me quedaba para Duran Duran (anunciado a las 23:45 del sábado, y siendo más de las 02:00 del domingo todavía sin haber empezado). Nope. Mínimo para redimir la noche necesitaba encontrar abierto algún Musimundo en el que comprar el doble DVD con el documental de Scorsesse sobre Dylan, "No direction home".
3 Comments:
Muchacho, usté es el Dylan del Blog. En las noches de lluvia me quedo leyendo sus crónicas.
Kpote de cremè
yo fui el viernes. el ambiente no era nada sofisticado. èramos todos ex compañerxs de la colonia de telecom al lado del zoologico de cutini, ezeiza city
Muy buenas crónicas, se diría que superan en apuntes interesantoides a las del sujeto Aires...
Ah, y Bob Dylan siempre salva la noche.
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