Ah, mirá, otra edición del BAFICI...
1 - Una situación: alguien pregunta por el festival de cine del Abasto Shopping Center. Si vas a ir, si estás yendo, si fuiste. Respuesta: no, ni siquiera envié solicitud de acretidación. Mi contacto más cercano este año se limitó a observar chicos cool y turistas comprando anticipadas, mientras yo sacaba para "V de venganza". "¿En serio? ¿No viste nada...?". Acto seguido un gesto no tanto de indignación como de pena, están tocando Bud Powell y Coleman Hawkins y Lionel Hampton y te los estás perdiendo. ¿Ah sí? Creí que habían muerto.
2 - La tópica: "hay películas que justifican la experiencia en la gran pantalla". Ajá. ¿Qué más? "¿Hay cosas muy interesantes que no se consiguen ni en DVD ni en programas de archivos compartidos?". Bien. "Dan la última de Van Sant que es aberrante que no la haya comprado ningún distribuidor...". Wow. "Es el único espacio al que llega "ese cine" que tiene cosas que decir, porque en un mundo globalizado en el que las majors...". Basta. Aunque me haga más estúpido sigo prefiriendo la versión de “Solaris” de Clooney a la de Tarkovski. No se esfuercen.
3 – “Hubieras disfrutado de las de Bogdanovich, Peckinpah, Hooper y las Master of Horror...”. Sí. Es probable. Pero no puedo disfrutar ya no de estar sentado en la peor de las ubicaciones luego de hacer dos horas de fila en una sala llena de extraños, sino de estar sentado en la peor de las ubicaciones luego de hacer dos horas de fila en una sala llena de personas que están prostituyendo el amor por el cine. Que necesitan una grilla, un Antín o un Peña que les digan lo que HAY QUE VER. Un mundo en el que los espectadores no pagan por entretenimiento. Sino por sentirse parte de algo que no saben muy bien qué es. Y si no cómo explicar el estrepitoso fracaso en sus respectivos estrenos comerciales de películas que hicieron lleno durante el festival. Amén de que, parafraseando a John Irving, el visionado en video y demás formatos acerca la experiencia a la lectura: se puede volver a partes, saltar otras y así sucesivamente.
4 – No es azaroso que los últimos días del BAFICI coincidan con los primeros de la Feria del Libro. El año recién empieza y todavía quedan ilusiones de sentirse más instruida (como si la instrucción pasara por aburrirse con una película de un país que en una semana acaba de cambiar de nombre por tercera vez y de presidente por octava) a la pequeña burguesía del cemento que apoyó la intervención en Malvinas, votó a Alfonsín y luego se indignó con la victoria del presidente Menem ante la formula Bordón-Alvarez, y tuvo fé en De la Rúa y prefiere Abuelas antes que Madres ("Hebe está muy politizada...") y leyó Página/12 hasta que se volvió "un órgano del oficialismo". Aunque se pretenda salvaje como Hunter Thompson, el espectador promedio del BAFICI está mucho más cerca de Osvaldo Quiroga y su refugio para “la cultura”.
5 – El ego es finalmente determinante y para no ser menos durante el BAFICI yo también vi películas de “ese otro cine” que difícilmente tenga estreno comercial en salas. Caso “Entre tiros y besos”, ópera prima de Shane Black (guionista de “Arma mortal”, “El último boy scout” y “El largo beso del adiós”) mezcla de film noir nostálgico y comedia de compadres con Robert Downey jr. y Val Kilmer haciendo de gay y una chica que se llama Michelle Monahan a la que en escasos días veremos en “Misión imposible 3” (que es cierto, al final no dirige Joe “Narc” Carnahan, pero en fin, llévense sus ocho BAFICIs, me quedo gustoso con el trailer en que Tom va disfrazado de sacerdota y Phil Hoffman las hace de villano). Y “The ice harvest”, reencuentro a varios años de “Vacaciones” con Chevy Chase entre el director Harold Ramis (también actor, el cazafantasmas que no era ni Bill Murray ni Dan Aykroyd) y el actor Randy Quaid (el tío de “Vacaciones” con Chevy Chase), en un policial en la línea de “Simplemente sangre” y “Red rock west”, escrita por Robert Benton y Richard Russo (responsables de ese otro policial tan crepuscular desde su título, “Twilight”), con John Cusack como un perfecto perdedor y Billy Bob Thornton como Billy Bob Thornton (comienzo a sospechar que Thornton es el Michael Caine de las clases trabajadoras).
También vi “Piso del soltero”. Por primera vez en su encuadre original. Si no lloré por tercera o cuarta vez en mi vida fue porque acababa de volver a ver (también en su encuadre original) “La boda de mi mejor amigo”, que funciona mejor que los antidepresivos. Y vi una comedia corena que se llama “My Sassy girl”. Y que es lo más parecido a una remake de “Bringing up baby” a cargo de los hermanos Farrelly.
6 – Danny DeVitto es un productor y director “independiente”, que no trabaja desde grandes corporaciones sino desde su empresa familiar, Jersey Films. ¿Para cuándo entonces una retrospectiva suya en el BAFICI? De hecho, “Death to Smoochy” es la única película en que Robin Williams no está insoportable (todavía te queda esperanza, Eduardo Blanco –Benigni ya estuvo muy bien en “Il mostro” y “Non ce piu da piangere”)
3 Comments:
desprendo de 4- q esta ud mas a la izq q real-visceralista !
¿Yo, de izquierda...? JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA!!!!
Muchas cosas para comentar sobre este post, ya lo haré más adelante... sólo quiero comentar, y esto es más bien una confesión, que me gusta más Los siete magníficos que Los siete samurais.
¿es eso muy malo?
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