Saturday, April 15, 2006

Repo Man

El primer sesgo de ingenuidad, cuando se adquiere una copiadora de cedes, consiste en suponer: "ahora que puedo grabar, no más discos prestados a mi ligue, o mejor dicho, no más operaciones absurdas para recuperarlos cuando el asunto haya perdido vigencia...". Y error. Lo que hace a un hombre hombre no es independizarse de sus padres, ni ganar más dinero, ni dejar el cigarrillo y suplantar la adicción a la cafeína por el té de hierbas, ni preferir una de Merchant-Ivory a una de Bruce Willis, ni tener en claro lo que querés (signifique lo que signifique esta afirmación), ni fingir madurez creyendo que por más afeminado que parezca hacer pilates o tai-chi le hace bien a tu cuerpo y ya; sino algo simple. Mucho más simple. Como prestarle discos originales a tu ligue, cuando en fin, Seinfield no hubiese durado tantas temporadas si alguno de sus personajes hubiera sentado cabeza. Y por algo cuando nos salen con el "no sos vos, soy yo", la primera respuesta que te viene es George Costanza diciendo "I`ve invented the `it`s not you it`s me` routine".

La operación debe adaptarse siempre al contexto y a los materiales. En una ocasión, cuando se trataba de uno de Philiph Glass con recitados de Ginsberg, el ataque fue por asalto, salir del Hoyts Abasto, tocar timbre sin siquiera llamar, aceptar el café que te ofrecen por compromiso, recordarle que venías por tus discos y retirarlos, aprovechar mientras va al baño para curiosear su biblioteca y encontrar un diario íntimo que si no robaste como compensación fue porque era de cuando tenía doce años, en fin, nada muy interesante. Ese caso se denomina "Ataque a la Estrella de la Muerte". Recuperar tus discos es lo más parecido a esa larga caminata por la alfombra, con la princesa Leia condecorando a Han Solo.

También cabe la opción "segundos afuera". Una vez me sucedió. Tan pocas ganas de volver a verla que, en fin, podés quedarte con los únicos dos o tres discos buenos que hay en tu colección y que son (ahora eran) los míos. Nada incunable: Benjamin Biolay, Richard Hawley, música para coger. Aunque una vez más, psicología inversa, ella insistirá para verse con la excusa de devolvértelos. Y de paso echarte en cara que siempre te interesaron más los discos que ella, y por qué no, deslizar alguna frase del tipo "no me decepcionaste como amante, sino como ser humano".

Si el disco no es un imprescindible y la mujer lo vale, está la opción "siempre nos queda París". Conservalo, así nos queda una excusa para vernos, en algún momento más feliz (si es que acaso realmente existen los momentos más felices).

La gran tragedia es definir en qué caso califica el caso presente. Caso presente, porque de alguna manera u otra siempre te van a abandonar si no es que la fobia no surge por iniciativa propia.

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