Sunday, July 09, 2006

Esposas

Mi hermano afirmó que no puede negarle una playstation a su primogénito. Que esperan para noviembre. Y el sábado por la tarde se lo comenté a un amigo, en el velorio de su suegra de 48 años. En una casa fúnebre donde los salones no estaban demasiado bien indicados, al punto que en el nuestro entraban desconocidos y algunos conocidos llegaban luego de pasar por salones donde los hombres andaban con kipá. Y cuando el padre de mi amigo preguntó por qué un extraño llevaba un kipá blanco, cuando todos usaban negro, respondí que eran los únicos que quedaban en una tienda del Once, y que le hicieron precio mayorista así que irá de blanco a los sepelios, bodas y bar mitzvhás de los próximos dos años. Incluso la mujer de mi amigo rió.

Lo cual me hizo pensar, una vez que nos invitó a su bar a los pocos que quedábamos cuando terminó el sepelio, en decirle: "adelante, pero mis tragos que los anoten en la cuenta de tu madre". Pero en fin, algo me hizo reprimir. O tal vez me distrajo su amiga cachonda que, durante el responso de veinte minutos a cargo de un sacerdote brasilero, se inclinó exhibiendo un culotte bordado que dejó varios minutos en silencio a mi amigo, a sus amigos de un foro de autos, a un amigo trompetista que toca en una banda de policía (tiene el rango de agente y al día siguiente madrugaba por un acto del día de la independencia), y a quien suscribe, claro.

El punto es que le contaba a mi amigo la historia de mi hermano y la play para su hijo, a lo que mi amigo respondió que quiere cambiar la suya por una más nueva y me la deja por doscientos. Nada trascendente. Apenas un comentario de sobremesa hoy a mi hermano, y de pronto su sonrisa contenida. Que la compre. Él financia. Y que la deje en lo de nuestros padres para que él la use los fines de semana. Porque en fin, su esposa está obsesionada con ahorrar cada centavo a propósito del niño por nacer, y una playstation no es necesariamente una prioridad.

Mi propuesta: la compro con su dinero, pero con el réquiem de que pronto es su cumpleaños, voìla. Mi "regalo" es la play. Plan demasiado perfecto. Al punto que empieza a mostrar fisuras. En tanto que al enviar el mensaje de texto a mi amigo, anunciándole que tiene comprador, respondió un "bueno lo hablamos". A su regreso del lugar al que debe transportar el cadáver de su suegra como última voluntad. Seis de los grandes. Sospecho que su mujer tampoco considera prioritaria una playstation.

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