Wednesday, January 31, 2007

El día en que mi reproductor de mp3 se convirtió en un pen drive

Le decía ipod. No lo era, pero a quién le puede importar (al menos mientras no sea un vendedor a comisión). Lo consideraba algo así como un Peugeut 504: conveniente para el costo y lo suficientemente (poco) elegante como para lucirlo sin imaginar que el sujeto que camina en mi dirección, y que se parece a un Benicio del Toro salido de una miniserie carcelaria de Israel Adrián Caetano, tal vez me amenace con una navaja para quitármelo.

Hoy desperté y lo encontré convertido en un tamagochi al que olvidaron darle agua. Encendía, pero las funciones en la pantalla no temrinaban de aparecer. Había llegado a cargar un par de discos nuevos. Que no pude escuchar. Sí escuché, ahora sin reproductor (y sin auriculares, dado que los Maxwell de 15 pesos argentinos, comprados como protesta pacífica luego de un par de Panasonics más caros que no duraron más de cuatro meses, quedaron pulverizados en un ataque de ira de golpes contra la pared digno de Joe Pesci), a una chica que pedía "cuatro a Palermo". Y su interacción con sus tres amigas de poco más de veinte, clones desperfectos de una groupie de una banda "alternativa" del conurbano (que se queja de que luego de Cromagnon ya no haya sitios en donde puedan tocar las bandas "independientes" -cuando tal vez deberían preguntarse si tiene algún sentido hacerse a la idea de mostrarse al público). Hablaban del cuerpo de niñatos de su edad, decían que uno era sodomita, basándose en que había sido indiferente a las proposiciones de alguna de ellas (cuando, tal vez, simplemente tenía clase o buen gusto). También se escuchaba a una pareja, esforzando declaraciones de amor, ella con un niño en su regazo. ¿Y qué mujer con un niño, al que su esposo no puede pagar un taxi en la hora pico, puede estar enamorada?

Hoy con Antares, comentábamos quién de los dos sería un dictador del mundo mucho más malévolo. No llegamos a un veredicto. Pero ahora que lo pienso, él. No hay dudas. Yo prohibiría salir a la calle sin reproductor de mp3, obsequiaría uno a casa niño del planeta.

Lástima no ser un Llach o un Gallo de Urioste con papi abogado que firma cheques, etcétera. Ahora queda un día de abstinencia para esperar que cierre la tarjeta, y el viernes ir en busca del reemplazo de aquel que nos obsequió Just like a woman (luego de hacer el amor a una mujer), Valentine (luego de ser rechazados por un ser del mismo especímen), God only knows (mirando una playa en un día nublado), Famous blue raincoat (mientras empieza a llover), Tom Trauber`s blues (en cualquier contexto, siempre es buena), Waterloo Sunset (lo más parecido a salvándonos del suicidio).

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Sunday, January 28, 2007

Notas sobre los Premios de la Academia 2007

1-Aplicando el coeficiente de simpatía, la ganadora en el rubo mejor película debería ser Pequeña Miss Sunshine. O al menos la mejor en el hipotético rubro "mejor episodio inspirado en todo lo que ya hicieron los Simpson, convertido en un largometraje" (ex aequo con la subvalorada Viviendo con mi ex). O por lo menos nos parece la más interesante entre las tres de las cinco nominadas que ya vimos: de Los infiltrados ya dijimos que es a su original china lo que Vanilla sky a Abre tus ojos, y aunque La reina no está mal, lo cierto es que algunas partes (que se llaman Helen Mirren) resultan mucho más interesantes que el todo. De Babel sólo podemos decir al momento que no nos sedujo más que la última de Jack Black, a la hora de hacernos un tiempo e ingresar a un biógrafo. Y pensábamos ver mañana Cartas desde Iwo-Jima, pero dado que la proyección es en una sala como la Lugones, esperaremos a un cine con dobly y sin foco quemado, para juzgar la incursión en el género bélico de nuestro republicano favorito.

2-Considerando que al leer las nominaciones nunca faltan los reproches, y que no somos miembros de la academia ni manejamos lobbies lo suficientemente poderosos como para lograr que alguien crea que Roberto Benigni fue el mejor actor de 1998; algunas quejas, a saber: The black dahlia es en la filmografía de DePalma mucho más que Los infiltrados en la de Scorsese, y su nominación en mejor fotografía sabe a poco; ¿dónde está Woody Allen, o mejor dicho el guión de Scoop, merecedor de una nominación al menos por inercia, dado que el año pasado sí lo consideraron en el rubro por el de una porquería como Match point?; ¿y Uma Thurman como mejor actriz por Mi super ex-novia?; ¿y A scanner darkly al menos como mejor película animada? (ya que difícilmente la puedan y quieran considerar mejor película a secas -al punto que de las dos películas estrenadas por Linklater, el lobby fue para su "denunciante" Fast food nation, y no para esta magnífica adaptación de Dick con Woody Harrelson y Robert Downey jr.); ¿y dónde están como mejor cortometraje las clases magistrales de los hermanos Coen y Alexandre Payne incluidos en la más bien despareja Paris, je t`aime?

3-Algunos consideramos dentro de las elecciones acertadas que el último Almodóvar haya quedado fuera de las películas no habladas en lengua inglesa. Igual no importa mucho, debe ser el segmento más breve de toda la ceremonia (hasta la categoría documental tiene más minutos, gracias a seres tan espeluznantes como Michael Moore, una pandilla de insulsos pingüinos, y este año Al Gore). Está muy bien el revival 80-90 de incluir como mejores actores de reparto a Eddie "Axel Foley" Murphy y a Marky Mark. Y esperemos que las tres canciones de Dreamgirls que consiguieron una nominación, dividan lo suficiente los votos para que Randy Newman gane su segunda Oscar, por una canción menor, es verdad, pero con lo (poco) graciosa que es la novia de Portia de Rossi encargada de animar la ceremonia, sería divertido ver en qué deriva sobre el escenario el cinismo del autor de Guilty y Short people.

4-El no tan merecido como tardío Oscar a la carrera de Ennio Morricone, nos recuerda que el próximo marzo nos perderemos del show en vivo de su contemporáneo Luis Bacalov, a raíz de que este año nos tomamos sabático el festival de Mar del Plata. Pero esa es otra historia...

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Desesperación

Una noche, con un ligue (tal vez lo suficientemente bebidos como para exhibir tal vulnerabilidad), cada uno pasó a enumerar una lista de cosas que lo obligarían a abandonar a su cita. "Que beba fernet", "que use slips en lugar de boxers", "que tenga entre sus discos uno de Ricardo Arjona", "que no te tenga en consideración a la hora de acabar", "que se muestre en contra del aborto y a favor de la pena de muerte", "que llore al final de una película con la fuckin` China Zorrilla", "que haya votado al menos una vez por algún derivado del partido justicialista", "que sea lo suficientemente vulgar como para llevar dos prendas de ropa interior que no combinan". Tal vez la lista de ella incluía "que haga una lista de cosas por las que dejaría a un ligue", porque lo cierto es que nunca más supe de ella (o sí, pero no viene al caso).

El punto es que, si acaso estás leyendo por error, por curiosidad o para recordar lo más infeliz del pasado y valorar aún más la dicha aparente del tiempo base; debo agregar que no dudaría en dejar a alguien si me dice cuánto detestó Desperate characters, de Paula Fox. O si lo confunde con Desperate housewives, en cualquiera de sus versiones.

Hace unos meses, en algún lado, comentaban el lanzamiento de la versión en castellano de esta novela, a treinta años de su edición original. Lo que habla de lo provinciano que se ha vuelto el ámbito de lecturas en castellano. Este rescate tan tardío corría por cuenta de Editorial El Aleph, por lo que su costo en Buenos Aires equivalía (y equivale) a más del 10% de una corona de marfil, el 60% de la cuota mensual de un monotributo y más de seis meses de matrícula de la asociación de ex alumnos de la Escuela de Payasos. Por fortuna existe el periodismo, o mejor dicho, la cobertura de eventos en las que se desvían viáticos para consumos personales.

Así dimos con la traducción de Rosa Pérez Pérez de Personajes desesperados, que al igual que su reedición en inglés de 1999, cuenta con prólogo de Franzen. Y es cierto que el autor de Las traducciones cuenta demasiado para alguien que todavía no empezó a leer el primero de los trece capítulos, pero no deja de señalar detalles muy perspicaces. Como el continuo clima siempre a un grado de la ebullición que se respira en la lectura de la novela, en contraposición a la abundancia de objetos ya destruidos por la ira: la ventana de una casa burguesa en la que tiran una piedra, una radio que la protagonista obsequia a un amante (y que al notar que fue reemplazada por otra, imagina cómo se deshizo de la misma), toda una casa de fin de semana asesiada por el vandalismo, un tintero que el esposo de la protagonista estrella contra una pared.
No hay mucha historia que contar. Apenas los días de un matrimonio de intelectuales de clase media alta, sin hijos, cuando él es dejado por un socio que lo considera un reaccionario, y ella le da de comer a un gato callejero que le obsequia una mordida. Todo en el marco de un país que no termina de hacer aguas ni de emancipar a sus sectores más relegados. Tal vez el libro se puede resumir en un paisaje que la protagonista observa camino a su casa de fin de semana, en el que las lápidas de un cementerio se funden con las viviendas de un barrio de negros. Y las lápidas parecen mostrar mucha más vida, por supuesto.

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Saturday, January 27, 2007

Buenos Aires, Venado Tuerto

Mi nueva editora dijo que su flatmate me conoce. Y sí. Es un director de cine al que alguna vez entrevisté. Nada trascendente. Gente que conoce gente. En todo caso, sí es perturbador haber entrevistado al flatmate en un estudio de sonido ubicado en la misma casa donde funciona la oficina de un conocido distribuidor de cine argentino, que es un primo segundo (al que vio dos veces en su vida) del coeditor que trabaja cabeza a cabeza con mi nueva editora. Y si agregamos que hay una celebridad más que de segunda de tercera línea, con el mismo y poco común apellido que los primos, que es algo así como primo segundo de la mamá de una amiga...

Thursday, January 04, 2007

Vidas paralelas: el día en que Ossang no conoció a Juan Díaz "Cuchuflito"

Mientras que en este horrible país anuncian los nombres de ahora anónimos deportistas frustrados y prostitutas de medio (bajo) nivel que tomarán parte de la nueva edición de Big Brother (ridículamente traducido como Gran Hermano, siguiendo el error de la versión en castellano de la obra de Orwell, que debería haber optado por Hermano Mayor); en Inglaterra, su edición con celebridades se ve bien. Muy bien. Hay un ex Jackson-Five, está Fas de Brigada A y ¡¡¡Ken Russell!!! Sí, el mismo Ken Russell que dirigió Mahler, Los demonios, Estados alterados y tantas otras. El mismo, también, que hace un par de años estuvo en el festival de Mar del Plata, un recuerdo que ahora parece un vaticinio inevitable respecto a la aún más pronunciada decadencia que le esperaba al director.

Habrá que pedir a Cecilio, ya de regreso en el viejo imperio, que lo siga y cuente.

Y ojalá tomaran el precedente para una versión local. Lo que me recuerda a una historia. Hace unos años, el BAFICI aportó mediante una "retrospectiva" de tres filmes un nuevo invento cuya obra no interesa demasiado en el resto del mundo. François-Jacques Ossang. Encontró un productor y se instaló unos meses en la Argentina, a la espera de un dinero del INCAA que nunca llegó. Entretanto, lo eligieron padrino del Festival de Cine Inusual. Ese mismo año, terminada la edición del certamen, un boletero del Complejo "Tita Merello" contó a uno de los organizadores que durante todo el festival, hubo un espectador que asistía a diario: Juan Díaz "Cuchuflito". Juan, el vecino de Aníbal, "el namber uan" en Calabromas. Vecino vampiro en una de las aventuras de la superestrella Johnny Tolengo.

Ossang y "Cuchuflito" serían un más que digno comienzo para un Celebrity Big Brother.

Maldita recuperación económica

¿Por qué ya nadie utiliza las palabras palo, luca y gamba para referirse a los decimales ?