Sunday, May 27, 2007

Pueden llamarme Chazz (MOM, THE MEAT LOAF!!!!!)

Ya sabemos que esto no es NY, y que las bodas que se celebran no son en The Hamptons, sino en salones con listas de invitados prácticamente policiacas, con nombres ofendidos porque fueron convocados para después de las doce y nombres agregados cuando alguien canceló a último momento y los novios no querían perder el cubierto ni el plato que ya pagaron.

Entonces, ¿qué tal formar un grupo tipo Los rompebodas, pero que en vez de bodas o funerales se focalice en chicas recientemente separadas? Se sabe, las separadas vivieron durante años su sueño de casas de mazapán, puertas de caramelo y techos de jengibre, hasta que la opción es casarse y tener hijos o separarse. Si su respuesta fue a), fin del cuestionario. Pero si es b), pasan al siguiente punto. O sea: creer que salen a conocer mundo cual heroína de Henry James de viaje por Europa. Que en la candidez de creer que está ante algo desconocido, y por ende "maravilloso", ignora que pronto será humillada.

Lo dijo Bill Clinton. Un hombre que sabe de cigarros y de cagetas. "¡Es la economía, idiotas!". Muchas parejas se separan cuando ella le propone ir a cenar afuera, y luego tomar el café en otro sitio, y él responde: "pero si es sólo comer... pidamos una pizza y ya". En "el nuevo mundo", tener dos reservas, cambiar el auto de estacionamiento y pagar la cena parece un gesto digno de Magallanes completando la vuelta al mundo en una cáscara de nuez.

Podemos empezar con un boletín interno. En vez de "boda Heiwett-Rochester en Martha`s Vineyard", "Flor Rocha acaba de llevarse sus cosas de la casa de su novio. Ahora ex". "Caro Conti fue a ver una casa con su hombre y luego lo dejó". "Un amigo le dijo a Mariano Alonso, en medio de un partido de fútbol entre amigos, "no seas maricón", y Mariano reconsideró su vida y descubrió que le gustan los hombres. Su novia Ally ahora también es ex y está libre y traumada y necesita consuelo". Intercambiaríamos información cual Loco por Mary o Todos dicen te quiero. "Ana Muñoz no tolera que un hombre no sepa elegir vinos". "Paula Loro se excita fácilmente con la nueva fragancia de Antonio Banderas". "Natalia Gringberg es kosher, habla yiddish y le gustan las pijas cortadas y los hombres que pronuncian Israel con la r de cara".

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Sunday, May 20, 2007

Error de casting (recargado)

Los lectores más antiguos del blog recordarán la teoría: ¿no será que, a tiempo real, las parejas fracasan no por falta de "química" ni de "conexión", sino por un error de casting?

Ejemplo reciente: un amigo se parece a Charlie Sheen. Conoce chica que se parece a Valeria Bruni Tedeschi. ¿En qué mundo podrían funcionar juntos Charlie Sheen y Valeria Bruni Tedeschi? Van a cenar, ella cuenta que se especializa en pequeñas piezas de arte acerca de parejas que se separan. Y él responde: "Yo hice Hombres trabajando... la de los basureros surfers...".

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Saturday, May 19, 2007

Fincher, regresa

Haces unos años anunciaban que David Fincher se encargaría de la versión cinematográfica de La dalia negra: novela a primera vista bastante difícil de adaptar, en la que un crimen sin resolver importa mucho menos que los años que pasan y las vidas profesionales y personales que se descomponen por cortesía de una obsesión de tiempo completo. Hasta que el director insistió con la idea de hacer un film de tres horas, en un estilizado blanco y negro que rindiera tributo al universo noir. Y los productores lo reemplazaron por un entonces decadente Brian DePalma que simplificó lo poco que quedó del original, e intrincó las tramas agregadas ad hominen para lograr otra remake de Psicosis. Y de paso filmó su mejor película en dos décadas.

Entretanto, Fincher se distanciaba del tercer episodio de Misión imposible (tal vez pensando que hacía lo que su sustituto DePalma debió haber hecho con el primero) y rodaba La habitación del pánico. De por sí un entretenimiento astuto, pero un film menor para el hombre que fue Pecados capitales, Al filo de la muerte y El club de la pelea...

Lo cierto es que, ocho años más tarde, hay nueva de Fincher. Y tal vez ese gran film que no fue La dalia negra (según Fincher) influyó en ese gran film que sí es Zodíaco. O al menos no deja de ser curioso que tanto en la vieja novela de Ellroy como en el nuevo film de Fincher, la resolución de un crímen y la identidad del asesino importen mucho menos que lo que sucede en torno a las vidas de algunos personajes que investigan los hechos. O sea: hacer del horror y de la paranoia algo así como el sentido de sus miserables existencias. Y todos sabemos lo que sucede cuando la vida deja de tener un sentido... (nadie lo expresó tan bien en términos cinematográficos como Sam Peckinpah, en aquella escena en la que Pat Garrett finalmente atrapa a William Bonney).

Así, en las casi dos horas y cuarenta que dura Zodíaco (a una velocidad sin respiro -y no porque haya un montajista que más bien parece un dj frustrado), hay crímenes de un supuesto asesino serial, pero también parejas que se divorcian, el anuncio de un recital en un lugar llamado Altamont, un policía que entiende que el único camino hacia la redención a veces es tirar la toalla (cuando se supone que falta poco para el próximo round), y un colega que pretende parecerse a Bullit pero que se asemeja más bien al inspector Columbo, un reportero que elige el whisky y una traumática opening night de Harry el sucio (entre muchas otras cosas). Y el mejor uso de una canción (Hurdy gurdy man) desde que Bill Murray se tirara a la piscina con un cigarrillo en los labios, mientras sonaba Nothin' in this world can stop me worryin' 'bout that girl.

Digámoslo así: alguna vez, el camino para ser un auteur parecía reducirse a querer ser Bergman o Fellini. Hoy, la segunda o tercera generación de niños prodigios repite el error tras los pasos de Coppola, Scorsese y Mallick. En el caso de Zodíaco, Fincher más bien retoma a autores "menores", como Pakula o Pollack. Y si no consigue la mejor película del año, es porque Cartas desde Iwo Jima tuvo su distribución mundial en 2007, amén de que todavía no hubo oportunidad de ver a Kurt Russell asesinando mujeres con un auto vintage en el capítulo Tarantino de Grindhouse (lo que me recuerda que, contra el canon cinéfilo, prefiero al "Mariachi" Rodriguez muy por encima de Wong Kar-Wai, pero eso es otra historia).

Nota: por gentileza de los programas P2P, la red edonkey, los puestos callejeros que nadie ve y los rusos que filman un telescreener con las cabezas de los espectadores, Zodíaco fue estrenada en Buenos Aires el mismo día en que era exhibida en la competencia de Cannes. Y ojalá haya un premio para su elenco masculino (Jack "Broke-ass mountain" Gyllenhaal, Anthony "ER" Edwards, Phillip Baker Hall, Brian Cox, un Robert Downey jr que también merece el Oscar que nunca tendrá ni necesita, Elias "Crash" Koteas y Mark Ruffallo). Cierto que es un festival de cine... Y si no recordar la última edición de Venecia, con Cuarón y su Children of men relegada a premios menores, y un chino asesino serial (de espectadores), que sólo puede gustar a la redacción de la revista El amante y a los programadores del BAFICI, llevándose el premio máximo. El mismo año en que los Straub recibían un galardón por su carrera (????????) y Johnny To volvía a casa "apenas" con algún rodaje inminente. Lo que nos recuerda que Fincher ya está filmando la próxima: la adaptación de uno de los pocos cuentos fantásticos de Fitzgerald, que por lo que parece no tiene mucho que ver con sus filmes anteriores.

Y allí estaremos.

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Friday, May 18, 2007

Todas las mujeres hermosas

Era rubia. Y hablaba idiomas. Había llegado a la que sería la orgía del nuevo milenio, y que no fue más que una noche entre amigos. Cursaba las últimas materias de la carrera en la que no me recibí. Le hablé de mi tesis. Los cien mil libros destruidos a mano. Ella mencionó su separación. Ocho años juntos. Entre los 19 y los 27. Todavía no había pasado a buscar sus cosas. Definitiva. O se casaban y tenían hijos o se separaban. Y se separaron. Dijo que si volvían, sería dentro de un par de años. También contó que a su padre no le queda demasiado.

Cuando se hizo la hora en que el carruaje se convierte en calabaza, ofrecí llevarla. Si estuviéramos en Londres, hubiera llevado a Antares para luego seguir con ella y que me invitara a subir y tener sexo salvaje. Temí que se sintiera presionada. No había dado señales para dar ese paso. Apenas un intercambio de miradas y una sonrisa ocasional.

En el camino hablamos de dos o tres cosas. De sus paraderos anteriores, del whisky que bebí por la tarde con la gente del trabajo. De cómo la comunidad italiana no conservó la lengua entre sus descendientes. Y así, llegamos a la puerta de su casa. Adolescentes esperando el transporte público y neón fundido o apagado. Ella fue amable y agradeció.

Es probable que no volvamos a vernos. Nunca compartiremos el dolor. Ni hablaremos de las malas experiencias. Ni volveré a prepararle un gin con tónica.

Luego, llevé a Antares a su casa.

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Saturday, May 05, 2007

La terapia del doctor Robalindo

El doctor Robalindo es psicoanalista y está casado con una celebridad de hace diez años. Cuando da un ejemplo a sus pacientes elije historias protagonizadas por otras celebridades, a las que menciona por su nombre de pila. Dice: "Hace unos años, estábamos con Jorge...". Sus pacientes interrumpen y preguntan: "¿Rial? ¿Ginzburg?" Y no. Formento. Siempre celebridades de ayer.

- Resulta que Enrique...
- ¿Pinti? ¿Piñeyro?
- No. Liporace. Y Daniel...
- ¿Mendoza?
- Miglioranza...
- ...le dice a Adrián...
- ¿Suar? ¿Dargelos?
- Ghio...

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Tuesday, May 01, 2007

Homenaje a Dorothy Parker

De Bolsillo (la editorial/colección más interesante que se puede encontrar en las librerías de esta horrible ciudad) acaba de sacar una bonita compilación de los cuentos completos de santa Dorothy Parker. Y cómo no pensar en los cien billetes gastados hace algunos años en su versión de tapa dura y solapa y señalador troquelado, cuando este aún más horrible país no terminaba de hundirse. Pero en fin, el trauma ya fue superado unos meses atrás, cuando la editorial también nos recordó el gasto en vano por una edición a precio rescate hija del millonario del Deep in a dream de James Gavin (ahora a disposición del amable lector por muchísimo menos, junto a títulos de Palahniuk y Forster Wallace y otros autores del sello Mondadori -esperemos que llegue pronto el turno de Michael Chabon y de Jonathan Lethem).

Probablemente Cecilia Sosa publicará una reseña en Radar, si no imprimen en ese mismo suplemento (o en cualquier otro no menos patético) algún fragmento del horrible prólogo escrito para la ocasión por la dibujante Maitena. No olvidemos que, al menos por estas latitudes, Dotty encuentra a su principal promotora en Inés Gallo de Urioste. Gente muy fea, que exhibe mucho más de lo que nos interesa saber (cuando si algo caracterizaba a la autora era su absoluta sutileza, y si no leer El señor Durant, un alegato contra el aborto que debe haber envidiado el mismísimo Phil Dick, en el que en ningún momento se menciona esta práctica).

Gente a la que Dotty no hubiera permitido acercarse a su mesa del Algoquin.

Y a quién le importa. Lo cierto es que ahí están, casi cincuenta cuentos cuando no perfectos, lo suficientemente amargos y ácidos como el buen bourbon, acerca de mujeres desdichadas y hombres que planean fugas que nunca llevarán a cabo y resacas que se pretende curar con otro trago más. Los escritores de las mejores sitcoms le deben mucho a Dotty. A sus remates, al recurso de una última palabra fulminante cuando parece que ya se dijo todo. Lo comentaba María Moreno en el prólogo de una de antología de reportajes publicados en The Paris Review.

Mi texto favorito no es un cuento, sino un ensayo, publicado en esta antología que ahora tiene su edición de bolsillo. Hombres con los que no me he casado. Una de esas listas que le salen tan bien a Nick Hornby, y que tienen la extraña cualidad de llevar al lector o lectora a trazar un paralelismo con su propia vida. Betty era la chica más inteligente del secundario. Privilegiaba las lecturas que ella misma elegía ante los textos que se evaluaban en los exámentes. Siempre llevaba preservativos y le gustaban las películas europeas. Fue la primera persona que conocí en irse a vivir sola. Había tenido su primera convivencia a los ocho años, con su mejor amiga, que era la hija de los mejores amigos de sus padres macrobióticos o hippies. En algún lado conservo el dibujo del árbol genealógico de su mejor amiga, que me hizo en la mesa de un bar. Un día dejamos de vernos. Bifurcaciones. Rutas que se abren en direcciones distintas. Y cuando llamé al celular que me había pasado su padre el verano anterior, atendió y saludó y se mostró en una situación embarazosa y contó que el día anterior había nacido su hija Keira o Kaira o Kira (el ruido de fondo eran familiares de visita). Le escribí un par de mails para que supiera que no se trataba de encontrarme con ella en un plano amatorio, pero nunca respondió. O respondió uno con parquedad y otro no. No recuerdo.

La basquetbolista no era demasiado apuesta. Tampoco inteligente. Era un poco filistea. No leía libros ni veía películas ni escuchaba discos. O sí. Pero cosas poco sofisticadas. Siempre intentaba pasar por madura. De hecho lo era. Lo suficiente como para esforzarse y aburrir y dejarla por Viedma y con el tiempo pensar en esa mala imitación de La strada con Sean Penn repitiendo "I made a mistake". Muy de vez en cuando nos cruzamos con la basquetbolista. A veces surge el tema y lamentamos lo que no pudo haber sido. Ella está iniciando su segunda convivencia.

Los senos de Viedma parecían una pista de aterrizaje. Pero entendía el sarcasmo. Tenía lindos ojos. Y cambiaba de carácter y humor con mucha más frecuencia de lo que cambiaba las medias que llevaba puestas (algo que no hacía a diario). En una webmail desactivada quedó la extensa carta en la que advertía su ciclotimia . Se fue tras un ayudante de la facultad de Letras. Un ex. Maia Bendersky le aconsejó que no lo hiciera. De hecho, él la rechazó. Una tarde en que pasé a buscar mis CDs, me contó que su padrastro había decidido cortarle el crédito. Sólo encontró trabajo en el centro de estudiantes de su facultad. Al poco tiempo integraba una lista de delegados o lo que fuere. Parece que subió de peso y que no cambió su guardarropas.

Edna era cachonda y graciosa e inteligente (aunque se esforzaba por pasar por tonta). La mujer perfecta. A excepción de que había sido la chica de un amigo, y de un compañero del secundario (o el mundo es demasiado chico o ella era demasiado fácil). Una historia oscura. Llegó a contarme que había salido con el hermano de un locutor, y que éste cayó una tarde de visita por su casa, y le dijo que acababa de hacerse una paja en el taxi y que ya tenía puesto el preservativo. Hasta no hace mucho vivía en la misma ciudad que La hija del escritor. No muy apuesta, lo cual no era un problema comparado a su indolencia y a su parquedad. A ella obsequié una antología de Dotty. Y error. Quería flores y vestidos y chocolates. No libros. Errores de juventud.

La Foca fue lo más parecido al ministro Remes Lenicoff: un cambio de perfil esperanzador sólo para negar el presente desastre. Era fea. Y resentida con cualquier que llevara encima diez pesos más que ella (o sea, el 90% de la humanidad incluido a los Filipinos empleados en un taller de Nike). Habló mal de gente amiga. Y luego de devolverme un libro de Amis que había leído creyendo que así me caería mejor, volvió con su primer y único novio, hijo de la mejor amiga de su madre. Iban a casarse. Hasta que el sujeto le dijo "cuando no estás conmigo, no te extraño". Ella volvió a casa y escribió un cuento al respecto. Cuando cortamos, me había dicho "sólo me queda la literatura". Y parece que estaba en lo cierto.

Andy se parecía a Jennifer Conelly y le gustaban las comedias de Hollywood. Dijo que en la primera cita la convenció mi sistema de las vacantes de amigos: los amigos demandan tiempo, son tan indispensables como molestos, por ende, con el fin de no pervertir la camaradería, la amistad se maneja como una academia, con serie limitada de miembros y la baja de uno para poder admitir a otro. Era el romance del año. asta que ella desapareció. Una amiga en común quiso contarme una versión de lo sucedido. Pero si querían arruinar mi vida, habían llegado demasiado tarde. Todavía estoy persiguiendo a Amy. O a Andy. Todos perseguimos a Amy.

Hubo otras. Recuerdos desastrosos y recuerdos más gratos. Y ahí sigue esa biblia que es la Narrativa completa de Dotty. No nos hará felices. Siquiera nos consolará. Pero nunca fue su intención. Sólo vivir al día y compartir el dolor. En lo posible, con alguna sonrisa ocasional.

Levanto por tí mi botella de bourbon, Dotty P.

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