Watching the detectives
Todo lo que pude averiguar al momento sobre la boda de Maia Bendersky es que, al retirarse, dos de las invitadas confundieron sus abrigos.
Parque Temático
Todo lo que pude averiguar al momento sobre la boda de Maia Bendersky es que, al retirarse, dos de las invitadas confundieron sus abrigos.
El interrogante más obvio que puede surgir previo a un show de Elvis Costello, es el de cómo condensar en menos de dos horas un repertorio que va de discos imprescindibles ("Brutal youth", "Almost blue", "My aim is true", "North", "Blood and chocolate") a pequeños grandes discos ("The Juliette letters", "Kojak variety"), pasando por ejercicios correctos y en algún punto tan innecesarios como disfrutables ("Il sogno", "The delivery man", "For the stars"). Inevitable al terminar el espectáculo lamentar que no haya incluido las favoritas más oscuras, como "This sad burlesque" o el cover de Ray Davis ("Days") o el de Dylan ("I threw it all away"). O incluso temas más conocidos como "Veronika" o "I want you" o "Less than zero".
Por estos días, los spam parecen haber llegado a un acuerdo: adiós momentáneamente al universo donde el viagra convive con la invitación a la obra de teatro infantil que escribió algún conocido, al porno duro con eventos cool de cumbia experimental en el Hotel Bauen (devenido una cooperativa o algo así), a los "after hours" en pubs irlandeses con la gacetilla que anuncia que "Conversaciones con mamá" acaba de ganar un premio en el festival de alguna ciudad en la que hay guerra civil cada nueve meses y bombardeos de la OTAN cada tres, a los adjuntos de una de una persona non-grata que envía con los destinatarios al descubierto el flyer de una fiesta balcánica con un boletín de la UBA en el que se comunica solidaridad para con las lesbianas afroamericanas feministas con síndrome de Tourette de Kirjistián; y bienvenida también momentánea a todos los anuncios e invitaciones a innecesarios boicots para con George Walker Bush, a propósito de su estadía marplatense.
Hace poco me enteré que Julie Steiner se operó los senos, con un dinero que cobró por escribir un episodio para una miniserie de televisión.
Teresa Carrit había nacido un 21 de diciembre de 1979. Para su cumpleaños número 22, decidió celebrar el día anterior, por la noche.
En el secundario, Maia Bendersky formó un grupo de amigas con tres chicas de otra división, a las que había conocido en la clase de gimnasia.
Un psicoanalista de Maia Bendersky se llamaba de apellido Caballero. Se suicidió (el terpeuta, no Maia).
El último cumpleaños de Maia Bendersky al que fui invitado, era en la casa que actualmente ocupa el doctor Bendersky, junto a su novia treinta años menor y el hijo que tuvieron (la memoria definitivamente juega sucia, ¿no se habían separado? -nada tarscendente, considerando que el doctor Bendersky tiene cuatro hijos de tres madres distintas). El punto es que, acostumbrado a educar mongolides, el inminente marido de Maia pidió que los invitados se dividieran en tres grupos, para organizar juegos del tipo "dígalo con mímica".
Julian G. tuvo con Maia Bendersky algo asi como una aventura. Si se puede llamar de esta formaa a un par de cogidas que aparentemente ella no termina de disfrutar, mientras él comienza a percibir sentimientos hasta entonces desconocidos.
Hace un año, la noche en que despedimos a una amiga en común que partía hacia Alemania para llevar a cabo algún tipo de investigación linguística (en un instituto con pasantes mayoritariamente polacos que en sus ordenadores tenían como fondo de pantalla fotos del Papa Wojtyla), pregunté a Maia Bendersky si me invitaría a su inminente boda. La respuesta fue ambigua, aunque técnicamente dejaba lugar no tanto a un interrogante como al futuro resultado de una suerte de castigo-recompensa.
"El contexto lo es todo. Disfrázame y verás. Soy un voceador de feria, un subastador, un artista de performances del centro de la ciudad, un experto en lenguas ignotas, un senador borracho de maniobras dilatorias. Tengo el síndrome de Tourette. Mis labios no paran, aunque sobre todo susurro y murmuro como si leyera en voz alta mientras mi nuez sube y baja y el músculo de la mandíbula late como un corazoncito escondido bajo la mejilla pero sin emitir ningún sonido; las palabras se me escapan en silencio, meros fantasmas de sí mismas, cáscaras vacías de aliento y tono".
Alguien comentaba los otros días que la autora favorita de Julieta Prandi es Clarice Lispector. Raro, no porque Juli sea modelo, sino porque (al menos por los indicios que se pueden reconstruir a partir de sus declaraciones públicas) no parece alguien que pueda pasar ya no de los libros de aeropuerto, sino de los de supermercado (no los saldos, sino los anaqueles que ofrecen a precio de mercado materiales de Osho, Bucay, Cohelo y gran elenco -Buenos Aires debe ser la única ciudad del mundo en donde a metros del stand de chacinados, entre el pasillo de los artículos de cotillón y el de la "winery", hay un cajón desordenado con libros de Simone Weill y Jean Guitton a cuatro con noventa y nueve).
Siguiendo con los libros escritos por celebridades locales, en torno a este suceso surge un fenómeno casi invisible, en parte porque aborda un género muerto, en parte porque no ha dejado registro. Aquellos que alguna vez sintonizaron "Grandes valores del tango", aquel programa conducido por Silvio Soldán en el que un estudio que parecía construido con el remanente de un programa de entretenimientos de la RAI de hace seis temporadas, albergaba shows de música ciudadana con humoristas del interior del país y secretarias que traspasaban el extremo del cliché de la rubia descerebrada; tal vez recuerden el anunciado momento de la glosa.
Una encuesta realizada por el Daily Mirror arrojó que las mujeres para casarse son:
A propósito del libro de fotografías de Celeste Cid, me vinieron a la memoria algunos títulos que llevan la firma de celebridades locales. No porque el hecho encierre un gesto de "qué cool que soy, me río de los poemas de Julieta Prandi o de Silvio Soldán", sino porque más allá de los resultados dispares, parecen no tanto operaciones de mercadotecnia como emisiones intervenidas hacia la medianoche por ondas provenientes de "la dimensión desconocida".
Preguntándome si gastar o no gastar 70 pesos en el volúmen de Taschen dedicado a la Filmografía Completa de Stanley Kubrick (las fotos del genio en pose de jerarca nazi me decían que sí; el hecho de que sea día 20 y que todavía no haya comprado el regalado de cumpleaños de mi madre me decía que no; descubrir que el libro contiene casi todas las pocas entrevistas dadas por Stan me decía que sí; la cantidad de libros acumulados que todavía esperan lectura más un par de novedades que me están trayendo de España este sábado -que costaron lo suyo- me decían que no; la sonrisa de Peter Sellers y el escote de Sue Lyndon me decían que sí; el hecho de que el libro no es un incunable y que seguirá estando cuando cobre un dinero la semana que viene me decían que no); encontré en la mesa un libro de fotos de Celeste Cid.
Malas noticias: tu jefe te dice que hay que entrevistar al director de "Elsa y Fred".
Con tanto interés por el último Nobel de Literatura, Aires y Benson armaron un estante temático.
Tapa del Corriere della sera del domingo 16: en su columna habitual, Enzo Biagi pide disculpas públicas a Adriano Celentano, por declinar la invitación a su programa de entretenimientos, a raíz de sus diferencias de criterio con el director de Rai Uno, en lo que se refiere a la noción de servicio público.
Hace muchos años confundía a Dolly Parton con Luisa Albinoni y a Luisa Albinoni con Dolly Parton. Supongo que a raíz de que se parecen (al menos en sus bucles platinados, y en que rara vez son enfocadas de cuerpo entero), y a raíz de que ambas se caracterizan por esas malas películas a las que uno sigue atado a través de un irracionalismo más nostálgico que sentimental.
Un psicoanalista retirado, con pipa, gorra y un ejemplar de La Nación bajo el brazo, que urgaba en los estantes de realismo poético francés, escuchó la conversación de Aires y Benson con la estudiante de teatro y mostró su indignación ante el hecho de que los muchachos olvidaran que Pinter escribió algunas películas para Joseph Losey.
Una estudiante de teatro admiradora de Rafael Spelgroum (o como se llame), que pasaba por el videoclub de Aires y Benson buscando películas de Doris Dorrie (para praticar su alemán -dado que en marzo inició sus estudios en el Goethe), preguntó a los muchachos su opinión sobre el Nobel de Literatura 2005 para Harold Pinter.
Hace unos años, un amigo salió durante poco menos de un mes con una chica lo suficientemente fea como para ganarse el nom de guerre de "la Foca". Nada trascendente, comparado a que gracias al transcurso del Padre Tiempo, la Foca logró consolidarse como un insuperable referente: cuando alguien hace alusión a una mujer más que "poco agraciada", antiestética, la pregunta inevitable es "¿más fea que la Foca?".
1) Guilty (Randy Newman)
Ciertas situaciones no demasiado reales (pero lo suficientemente reales como para preferir que no estuvieran sucediendo), parecería que tienen su razón de ser en tanto que nos recuerdan películas no muy trascendentes, que teníamos bastante olvidadas.
Un índice de que estamos envejeciendo son ciertos contextos levemente absurdos, en los que uno se reencuentra con personas a las que no veía desde hacía bastante.
Un afiche creo que de Revlon, obviamente una campaña mundial, muestra los rostros de Julianne Moore y de Susan Sarandon, como perfecta excusa para exhibir sus pelirrojos (que en el caso de Julianne, nunca se vieron mejor que en su confesión a Mathew Modine, desnuda de la cintura para abajo, en "Ciudad de ángeles")
El afiche de "Elizabethtown", la nueva comedia de Cameron Crowe con Kirsten Dunst y Orlando Bloom, es lo más parecido a la foto de una hamburguesa de McDonalds: se ve tan exquisita, a pesar de saber de antemano que se trata de algo ligero, pero al mismo tiempo se sabe que al probarla no habrá más opción que aceptar que se trata de basura, y sin embargo saborearla y esperar ansiosamente la próxima.
Si uno, que más o menos desperdicia bastantes horas en lecturas, no anda diciendo a todo el mundo lo buena que le parece la edición en un solo tomo de la Trilogía Hopkins de James Ellroy (o la novela al año que viene editando Philip Roth), ¿por qué los estudiantes de Letras se empecinan en predicar con la ingenuidad de un testigo de jehová o de un mormón, lo supuestamente brillantes que son exponentes de la mediocridad como Aira, Lamborghini o Cortázar?
Hacer zapping mientras se espera en ESPN un compilado de los mejores momentos del último partido de los "Medias Rojas" de Boston, y toparse con una escena de "Sin código" en que Adrián Suar, vestido de Batman, se encuentra con Nancy Duplaá para ir de encubiertos a una fiesta de disfraces, y oh sorpresa, ella tiene puesto un traje de Gatúbela...
"Paco Oliva" era el sobrenombre que pusimos al ligue de una amiga, un niñato de 20 años mezcla de Tom Yorke y Juan Palomino, con el que mi amiga asistió tres o cuatro veces a amebuebladas en las que Paco no sólo no puso un centavo a la hora de pagar, sino que daba la sensación de que resultaba más factible ver fotos de Nancy Reagan en la sección "republicanas calientes" de Playboy, a que Paco consiguiera una erección.
Hacer chistes que nadie va a entender.
Conduciendo de regreso a casa, pasadas las 4 am, comenzó a sonar en la radio "Everybody hurts" de los REM. No se presenciaba un gran caos, más bien todo lo contrario: algunos taxis sin pasajeros bordeaban las veredas a 20 kilómetros por hora, una pareja se besaba en la parada del transporte público, los niñatos aceleraban para no perder el ritmo de la onda verde, un puesto de diarios amanecía, los lúmpenes dormían en una mezcla de plazoleta y boulevard, un Ford Falcon de los años 70 aparecía de la nada como si no estuviera ahí, Mauricio Macri sonreía desde una fiche, entre el anuncio de un nuevo show de Jose Luis "El Puma" Rodríguez y una propaganda de ropa interior en la que un modelo masculino exhibía pectorales mucho más voluminosos que los de una parteneire tan vistoza como bulímica.